miércoles, 27 de febrero de 2008

De “fraudes” y “cachiporras”

Sociedad abierta
ERNESTO REYES
El espectáculo del que dan cuenta los medios, sucedido ayer en inmediaciones de la sala de cabildos del Ayuntamiento local, es una prueba más de la ingobernabilidad propiciada no por el regidor convergente Geovanny Vásquez Sagrero, sino por el mismísimo presidente municipal a quien sus detractores lo llaman en tono de sorna José Antonio Hernández “Fraudes”, haciendo referencia a que no llegó al cargo con la legitimidad suficiente en el pasado proceso electoral.
Sea como haya sido su arribo, pues tampoco se pudo demostrar el ilícito, lo cierto es que alguien – que no falta en el paisaje oaxaqueño- le está calentando la cabeza a Fraguas de que sólo quitándose los obstáculos que hay en su camino, puede llegar más lejos en sus aspiraciones políticas. ¿Acaso la gubernatura?
No parece ser tanto, pues para estar en condiciones de competir, el alcalde oaxaqueño necesita contar con la anuencia de Ulises Ruiz, y parece que por el momento no cuenta con ella, salvo que en los poquísimos meses que le toca administrar esta capital, hasta en tanto se inicie el proceso electoral, tenga un desempeño superior al excelente, cosa que dos meses después de iniciada su gestión no se vislumbra.
Sin embargo, la enfermedad del poder es bastante contagiosa, pero también aturde a los tontos: hace ver enemigos donde no existen y lo peor, gobernar con un ánimo rencilloso distrae de las responsabilidades inherentes al cargo, y hasta le pueden hacer perder la cabeza.
Algo de esto está sucediendo porque sus “ asesores” le recomendaron combatir las agrias y a veces exageradas intervenciones del regidor convergente -- lo cual no implica que no tenga razón en muchas de ellas--, con un remedio que puede resultar peor que la enfermedad.
El temor del munícipe porque haya voces divergentes y contrarias a la mayoría del PRI asentada en el cabildo – donde hasta robacoches han sido elevados a regidores- lo hace perder los estribos.
Todo es a causa de las críticas abiertas que en el noticiario de la empresa propiedad de Humberto López Lena, adversario de Fraguas en la pasada contienda y diputado federal, lanza el regidor Geovanny, haciendo uso del derecho a la libre expresión que le corresponde como conductor.
Conociendo la inexperiencia supina que se exhibe en la conducción de las sesiones de Cabildo, no pocas veces Vásquez Sagrero ha exhibido los desaciertos jurídicos que se cometen en el afán de imponer decisiones de mayoría o por consigna que no cuentan con la legalidad requerida. Y esta actitud del regidor opositor, ha colmado la paciencia del aparato priista que por todos los medios buscan ahora acallarlo.
Se ha difundido la especie de que un grupo de ciudadanos de la agencia municipal de Santa Rosa Panzacola ha iniciado un proceso de revocación de mandato para que Geovanny no siga con su trabajo opositor, como si fuera tan fácil pues requiere de la intervención del poder legislativo que deberá a su vez analizar la legalidad y las pruebas de dicho proceso.
Para la mala suerte de la mayoría, no hay razones de peso que justifiquen la “ destitución” aunque tratándose de la oposición bien pudieran lograr consenso – incluyendo a legisladores de los otros partidos a los que Geovanny critica cotidianamente- para cometer esta barbaridad que pudiera combatirse con una buena defensa jurídica porque los cargos edilicios además de ser irrenunciables porque son producto de la voluntad popular, no pueden ponerse a cuestión de los humores del presidente municipal que sería el primer beneficiado si este lance tiene éxito.
Es cierto que según la ley, en cualquier municipio los mismos regidores pueden destituir a quien consideran actúa mal en el Ayuntamiento, por ostensibles cargos de malversación de fondos o por hechos delictuosos comprobados y sancionados por la justicia; pero este no es el caso.
No se puede llevar a la picota, y menos en Oaxaca, donde la sociedad está más viva que nunca, además de agraviada por el autoritarismo, a un regidor por el simple hecho de disentir, aún y cuando no fuera con la tersura que los priistas quisieran hallar en sus críticos.
La lucha política es afrentosa muchas veces, pues todo cabe y puede ser posible si no contraviene la civilidad requerida en un colectivo de pares, que en teoría y además en la práctica, representan a la ciudadanía.
Pero esta no es la manera, como el espectáculo montado ayer por comerciantes del mercado de abasto con su grupo de élite, denominado “ las pájaras” , con el fin de reventar la sesión de cabildo y agredir a los simpatizantes del Movimiento Ciudadano por el Bien Común, que en un buen número fueron a respaldar a quien consideran su voz en el cabildo.
Una mujer lesionada con una cachiporra que ex profeso llevaba la gente que al final lanzó porras a favor de Hernández Fraguas, con Roberto Mendoza a la cabeza, es la evidencia más clara de la parte de la cual provino la violencia, como un peligroso anuncio de lo que pudiera sucederle a todo aquél que se atreva a alzar la voz en el cabildo. Echarle los porros a la crítica es el reconocimiento más claro de que Fraguas en apenas dos meses ha perdido no sólo la cabeza, sino la batalla de las ideas, que se requieren en política para trascender.
De lo contrario, y a pesar de estar al frente de la capital del estado, la que por sus condiciones fabrica políticos que tienden a volar a veces muy alto, el presidente municipal se quedará anclado en la mediocridad y en las reyertas de montonero, contra un regidor -- por los demás convergentes pocos meten las manos- que hace valer sus principios con argumentos fuertes y con todo lo demás, como se necesita en los hombres y mujeres libres que a tropezones está creando esta sociedad. Cuidado con los “fraudes” y las “cachiporras”.
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