jueves, 6 de noviembre de 2008

¡Negro!

Sociedad abierta

ERNESTO REYES
Asociado a la vieja costumbre de votar el primer martes de noviembre, después del recordatorio para católicos de los fieles difuntos, pero sobre todo para no perjudicar a los agricultores que debían recorrer grandes distancias hacia los centros de votación, este martes resultó negro para los republicanos estadounidenses que perdieron el poder presidencial.
La tersura y humildad con la que Mc Cain aceptó su derrota – lo cual es normal en un proceso democrático- contrastó con las andanadas verbales de la campaña contra el joven presidente electo, un hombre de color ( es común decirle negro aunque suene peyorativo) cuya carrera es resultado de un esfuerzo familiar y profesional que contrasta también con el talante de la mayoría de sus antecesores en el cargo.
Barak Obama, nacido en Honolulu, de padre keniano alcohólico, y madre asiática, ha tenido que remontar primero las difíciles condiciones de cuna, la inmigración y su condición de raza. Los expertos lo clasifican como mestizo, aunque predomine la herencia paterna.
Aún así, en el discurso que le escuchamos el martes ante miles de personas reunidas en un parque de Chicago, Illinois, conocimos a un Obama que sabe hablar al corazón de las personas, aunque sus detractores, incluso negros, lo acusen de pensar como blanco.
John Carlin, analista de El País, considera sin embargo que es bueno para la América negra que se le perciba como negro, pues manda un mensaje de un valor incalculable hacia el victimismo ancestral de los afroamericanos, los descendientes de los esclavos ( los marginados de las oportunidades ) que por dicha condición ha inhibido la evolución de este sector de la población en lo económico, lo político y lo social.
El ver que un hombre del mismo aspecto que ellos ha llegado a las alturas más elevadas de la política estadounidense, tiene que servir para la población afroamericana como incentivo y como gran golpe de confianza para este sector que por primera vez verán a uno de su mismo color sentado en la Casa Blanca, que no sólo por el color tiene esta denominación, sino porque ahí han gobernado más presidentes de un mismo color aunque con variado pensamiento e historia.
Inmigrante con ingresos y nivel educativo similares al que tienen los de la clase media del país, Obama vio en la Ciencia Política, y luego en la carrera de Derecho, la oportunidad de contribuir a mejorar las condiciones de sus iguales, cosa en la que insistió en su campaña donde no dejó resquicio para que la contienda se definiera por cuestiones de raza ni de color.
Acaso se desmarcó, incluso de sus camaradas demócratas al proponer políticas sociales de mayor profundidad que las que planteó la senadora Clinton, y por ello le ganó la candidatura.
Ganar a un experimentado senador republicano en el marco del inicio de la crisis financiera que hizo tambalear en la recta final de la contienda a los mercados del mundo, apoyado paradójicamente en una mejor recaudación de fondos para su campaña, fue producto sin embargo del acierto en su estrategia, basada en las nociones de cambio y esperanza que les ofreció a sus connacionales.
No por poco que los electores de diferentes razas y procedencias, incluidos los blancos depositaran su confianza en un hombre joven que aunque no ha definido todavía la forma de asumir los retos ante el mundo en temas cruciales, en las palabras dirigidas a sus seguidores, se mostró con carisma y capaz de ser congruente con la conmoción que ya desató.
Falta ver que las palabras correspondan a los hechos, una vez que teniendo mayoría en el Senado y eventualmente en la Cámara de Representantes, no tenga pretexto para que avancen sus propuestas de mejorar las condiciones de convivencia de los estadounidenses.
Un martes negro, por azares del destino, también se vivió en México, pues mientras muchos estábamos pendientes de la contienda en el vecino país, un jet se precipitó a tierra donde viajaban el titular de Gobernación, Juan Camilo Mouriño y el hombre más experimentado en el combate al crimen organizado, José Luis Santiago Vasconcelos.
Un golpe primero a Felipe Calderón porque mueve todas las piezas de cara a su propia sucesión, pero que deja dudas sobre las verdaderas causas que ocasionó la muerte de estos servidores públicos, de quienes los acompañaban, y de las víctimas en tierra.
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