martes, 29 de julio de 2008

Consulta exitosa

Sociedad abierta

ERNESTO REYES
Aún con sus fallas –propias de la poca experiencia que tenemos los mexicanos en poner a consideración de la voluntad popular un tema importante para el país-, la primera etapa de la Consulta Popular sobre la Reforma Energética celebrada este domingo en la ciudad de México y en otras entidades del país, fue un éxito si consideramos todo lo que tuvo en contra:
En lo fundamental, el ataque sistemático utilizando recursos públicos del gobierno panista y su partido para descalificarla, con grandes aliados que son los medios de comunicación.
El desdén de la mayoría de partidos, del Instituto Federal Electoral y del Congreso para su realización, porque aunque este tipo de tomas de opinión son un aporte constructivo y efectivo para la democracia directa y representativa, dichos poderes se sienten enfrentados e incluso cuestionados ante esta modalidad de participación directa.
Y están asustados porque se cree que la aplicación de referéndums y plebiscitos puede debilitar el sistema de partidos políticos y la función esencial del Parlamento, que es la de elaborar normas y leyes para la convivencia civilizada de una nación. El uso excesivo de esos procedimientos de participación popular, consideran, podría limitar la labor eminentemente legislativa del Congreso y restringir la formación de voluntades políticas y la articulación y canalización de demandas, que es la razón de ser de los partidos.
Por ello salvo Convergencia, el PT y el PRD – y esto un sector que reconoce el liderazgo en Andrés Manuel López Obrador- los demás partidos, desdeñaron esta práctica, incluso gobiernos estatales y municipales, salvo el del Distrito Federal, donde si bien la participación no fue la que se esperaba, hay más de medio millón de personas que expresaron libremente su opinión. En un porcentaje de 4 por uno, el NO de rechazo a la Reforma Petrolera como la pretenden el gobierno y el PRI, es la expresión de la rotundidad del desacuerdo con estas iniciativas.
Un dato que no hay que pasar por alto. La gente que votó- acaso cerca de dos millones de personas, no se cree representada en el Congreso, porque a pesar que en teoría se les eligió, considera que hay temas que requieren una toma de decisiones más amplias. Para confirmar esta percepción, el próximo 10 de agosto se realizará la segunda etapa de esta Consulta.
Un teórico de este tema, H.C.F. Mansilla, boliviano él, autor de varios textos sobre cultura política y el autoritarismo de América Latina, afirma que la facultad de expresar, sin intermediarios, la voluntad popular sobre políticas públicas específicas (importantes para la marcha del país) o sobre modificaciones de la Constitución representa, sin duda, una considerable ampliación de los derechos democráticos.
“ La significación del referéndum y de otros procedimientos de democracia directa debe ser vista en una esfera bien estudiada de la psicología social: el votante recibe una especie de reconocimiento inmediato de su comunidad; siente que su opinión tiene algún peso y que su voto ayuda a tomar una decisión de trascendencia nacional. En las consultas populares el ciudadano, después de informarse y debatir, contribuye a la formación de una voluntad política de forma directa, sin pasar por el filtro de los partidos políticos y de los representantes elegidos. Esto otorga al ciudadano la impresión de ser tomado en serio a la hora de de tomar resoluciones que conciernen a los grandes temas nacionales.
Hay que considerar además – dice el autor- la constelación internacional en la construcción del orden institucional: cada vez más naciones han introducido las figuras del referéndum, del plebiscito y de la iniciativa legislativa ciudadana como instrumentos para discernir la voluntad popular y para lograr que ésta tenga más fuerza y más inmediatez en la legislación moderna, que se destaca, precisamente, por ser extremadamente compleja y por ello genera elementos burocráticos de retardación de procedimientos y dilución de contenidos. Estas formas de consulta popular pueden ser un correctivo poderoso y eficiente de estas deficiencias ineludibles de la modernidad en el campo político-institucional.
Para el investigador citado, en el proceso de globalización la soberanía nacional tiende a ser desplazada por las fuerzas anónimas del mercado mundial. Por ello los sistemas de consulta popular, entre ellos el plebiscito, el referéndum y la iniciativa legislativa ciudadana, significan un ejercicio efectivo de la soberanía nacional, la que debe ser preservada para futuras generaciones.
“En estos tiempos de desencanto generalizado y descrédito de la democracia partidista y de la política de pactos -que se ha atrofiado en la repartición de espacios de poder y dinero- se cree que la renovación de la democracia podría ocurrir mediante mecanismos participativos como el referéndum, la iniciativa legislativa ciudadana y el plebiscito revocatorio de mandato.”
Se supone – según este aporte- que ello permitiría reducir el caudillismo clásico, renovar la clase política, recuperar el debate ideológico y programático y ante todo promover el interés general y sostenido por la cosa pública.
Insiste en que estos procedimientos de consulta popular reafirmarían de modo práctico tangible el principio de la soberanía popular, fomentarían la responsabilidad de los ciudadanos, promoverían la educación cívica y debilitarían el monopolio de los partidos en las decisiones públicas.
Si muchas de estas cosas están en juego en este proceso de Consulta Popular, cuya primera etapa ha sido cumplida aún con deficiencias, los mexicanos estamos dando un gran paso para socializar de esta manera las decisiones que como en el tema petrolero, nos conciernen a todos. Aunque los medios poderosos, el gobierno de Calderón y el PAN, junto con el PRI, se burlen de este ejercicio ciudadano.
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