jueves, 21 de agosto de 2008

La periodista Yañiz

Sociedad abierta

ERNESTO REYES
En su vagón de recuerdos, doña Arcelia Yañiz desgrana la experiencia que representa para cualquier periodista la apertura de un medio de comunicación, en el Oaxaca de los años cincuenta, cuando éramos menos, aunque a lo mejor más cultos.
“Ante mis ojos – dice en la remembranza que ayer empezamos a compartirles- acude con solo escuchar el nombre de Oaxaca Grafico, una verdadera trama de hechos, anécdotas, sucesos, que cambiaron nuestras vidas. Cuando salió el primer número, que lo dimos a la luz como si fuera un hijo de carne y hueso, el 19 de noviembre de 1953 era de tamaño tabloide, feíto, con grabados (esa fue la innovación) y nos daban ganas de escondernos porque no correspondía a lo que habíamos concebido.
En máquinas de escribir, más viejas que el sol, entre ellas una Olivetti, redactábamos los originales con las notas que llevaban los reporteros de cada fuente.
Don Everardo Ramírez Bohórquez era el Director del periódico; la Jefa de Redacción doña Arcelia y don Eduardo Pimentel el Gerente.
Al ubicar físicamente el periódico, la periodista Yañiz nos regresa a la ciudad de Oaxaca que muchas generaciones añoran:
“Nuestras oficinas estuvieron primeramente, en la esquina de Independencia y Porfirio Díaz (hoy Hotel San Antonio). Enfrente teníamos las oficinas del P.R.I. que dirigía el licenciado Raúl Bolaños Cacho (Hoy Correos y Telégrafos) a un lado, en el mismo edificio nuestro, en el zaguán, componían calzado los hermanos Cuauhtémoc y junto a la Fotografía de Don Manuel Ramírez López, colindando con la farmacia Regina que atendía la gentil Alguita Castillejos dueña de esa impresionante e histórica casona; es seguida donde está ahora el Banco había una tienda y un deposito de venta de petróleo “la Flama” a donde coincidía la juventud que en alguna forma representaba a los Rebeldes Sin Causa, que aquí se les llamaba cadeneros.
“Gobernaba Oaxaca el general Manuel Cabrera Carrasquedo, militar, diplomático de carrera, quien sustituía a Manuel Mayoral Heredia caído por el alza de impuestos y la falta de dialogo. Padox, el investigador norteamericano, acababa de llegar de Oaxaca, ahora sí para quedarse, porque este magnífico estudioso de la cultura zapoteca, aquí vivió y murió las glorias de su propia tesis.
“Se modernizaba Oaxaca, abrieron frente al Zócalo, en los bajos del Portal de Flores, junto a la negociación más antigua “La Primavera” de la distinguida dama Doña Margarita Bustamante Viuda de Figueroa, una tortería atendida por el campeón del boxeo Miguelito Nájera, los tacos surtidos valían 60 centavos. También abrió sus puertas el Kilo donde había estado el Correo, en el Palacio Federal. En la esquina de esa calle todavía operaba la papelería de los hermanos Don Enrique y Don Pepe Vásquez.
“La redacción -de “Oaxaca Gráfico”- estaba propiamente en el ojo del huracán: ahí pasaba la intensa vida de una Oaxaca que empezaba a modernizarse. Se paraban en sus ventanas los transeúntes cotidianos: Don Alfonso Gómez, amigo de Everardo, padres de los Gómez Sandoval para entonces director del Monte de Piedad, nos invitaban a cenar, pero nosotros no podíamos darnos ese lujo de abandonar la Redacción; por ahí pasaba Gloria Pacheco y su familia, los sacerdotes Vásquez Núñez y en la contra esquina vivía Emilia Baigts, la familia Audiffred que estaban sus galerías de textiles en lo que hoy es el cine Alameda y más adelante Emilia Colmenares tenía su salón de belleza, sobre la calle Independencia, en la casa de las señoritas Rivera Toro.
“En ese entorno se movió nuestro acontecer cotidiano que fluyó entre ruidos de la prensa plana, el olor a tinta, sangre de un periódico; los telefonazos y las exigencias de los linotipistas que pedían más y más “hueso” (…).
A doña Arcelia le tocó la mudanza de “Oaxaca Gráfico” a la calle de Matamoros No 100, casa del señor Pimentel. Una calle lúgubre, apartada del centro, enfrente de “La Esmeralda ” famosa tienda de don Maurilio Cruz Ayuso, hermosísima casa colonial en la que vivía gente conocida; arriba el director de la Policía Fidel Canseco; “la profesora Hortensia Montalvo y su hija Tenchita quien me decía muy excitada: Ahí donde trabajas , penan. Una mujer en la madrugada llama a Satanás. Yo me reía con ganas, para contestarle, esa mujer soy yo, llamo al ayudante del linotipista, que tiene ese apodo.”
En el relato, doña Arcelia desliza lo que piensa de este quehacer a través de la vida de un periódico con noches intensas y siempre pobladas de peripecias. Ahí se demuestra – dice-el profesionalismo, la responsabilidad con la información que debe ser verídica, oportuna y orientadora de la opinión.
Dialogando consigo misma, evoca el modo de hacer periodismo con principios, “con los valores morales -que ya llevan por lo menos dos generaciones de haberse perdido-, basado en el respeto ante todos, fidelidad para sus amigos y firmeza inquebrantable en sus convicciones y creencias. “
Sobre su trascendencia, refiere:
“El escribir casi sobre las rodillas, noche a noche, por años, es un quehacer que se hace y deshace, pero queda en las páginas de las publicaciones, lista para elaborar la historia de los pueblos.” Así ha sido siempre, incluyendo los cambios que le han tocado ser testigo, el periodismo que ha practicado doña Arcelia, en sus propias palabras, un celoso guardián del acontecer histórico y contemporáneo.
A finales de los años 70, doña Arcelia fue pieza importantísima para la fundación de la Asociación de Periodistas Oaxaqueños, en los tiempos del general Eliseo Jiménez Ruiz como gobernador, misma que se fortaleció durante el periodo de Pedro Vásquez Colmenares.
Gracias a sus buenos oficios, en la APO se obtuvieron cursos de capacitación respaldados por instituciones educativas como la propia UABJO, el Instituto Tecnológico, la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, la Escuela de Periodismo “Carlos Septién”, la Escuela Normal Superior, etcétera. Muchos de quienes hacemos periodismo ahora aprendimos a través de estos cursos algo de lo poco que hoy sabemos. Y en este sentido reconocemos su magisterio. Felicidades periodista Yañiz, por sus 90 años de edad, que la encuentran un poco delicada de salud, pero lúcida y sin doblar la pluma, su principal instrumento para seguir contándonos historias.
Contactos: Ernesto_reyes_647@hotmail.com
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