jueves, 16 de octubre de 2008

Nombres, nombres,…

Sociedad abierta

ERNESTO REYES
Por la confluencia de los daños que genera el crimen organizado, la gravedad de la situación económica y la falta de expectativas de desarrollo, este país se está derrumbando, sin que exista a ciencia cierta, claridad por parte del mismo Estado sobre las formas y los modos de abordar dicha crisis.
Esta semana, después de la turbulencia económica que generó el colapso del sistema financiero mundial, la situación no mejora, pues aunque las medidas de contención se presumen como correctas, hay muchos sectores que ahora dudan de que la actuación del gobierno, haya sido ética y moralmente adecuada.
De buenas a primeras, según cálculos, las reservas nacionales perdieron más de 8 mil millones de dólares, debido a operaciones especulativas de un grupo de empresas, algunas de las cuales como Comercial Mexicana ya están identificadas, que son responsables en gran parte de la caída del peso la semana pasada.
Aunque el voluminoso secretario de Hacienda Agustin Cartens, ha asegurado que se actuará para remediar esta práctica nociva que obligó al Banco de México a intervenir en los mercados con subasta de dólares para aminorar la caída del peso frente a la moneda estadounidense, hay pocos que creen que se vaya a actuar contra estas empresas cuyos directivos mantienen una alianza política con las administraciones que hasta hace poco apostaban de manera ortodoxa por el libre mercado.
Socializar pérdidas para afrontar crisis provocadas por la abusiva acumulación de beneficios privados, aunque no es nuevo, es la primera medida de fuerte envergadura en este siglo que toman los barones del dinero, afincados en los países de Europa, Inglaterra, y secundados por Estados Unidos.
Todavía falta que como siempre la gente de abajo asuma el control de daños de la crisis financiera y energética, que no es menor, lo que aumentará de manera indescriptible el número de damnificados reales a través del abaratamiento de sueldos y despidos.
El recién nombrado Premio Nobel de Economía, Paul Krugman, crítico sempiterno de la política económica de Bush, es un gran crítico del neoliberalismo económico y de la ausencia de regulación y supervisión de los mercados, uno de los orígenes de la actual crisis.
En un artículo publicado por el diario El País, explica la naturaleza de la crisis que los neófitos en este asunto no alcanzamos a comprender:
“ Los detalles pueden ser enloquecedoramente complejos, pero los elementos fundamentales son bastante simples. El pinchazo de la burbuja inmobiliaria ha causado grandes pérdidas a cualquiera que comprase activos hipotecarios; estas pérdidas han dejado a muchas instituciones financieras demasiado endeudadas y con demasiado poco capital para proporcionar el crédito que la economía necesita; las instituciones financieras en apuros han intentado pagar sus deudas y aumentar su capital vendiendo activos, pero esto ha hundido el precio de dichos activos, con lo cual su capital se ha visto todavía más reducido”.
“Lo que se hizo ahora es afrontar el problema de la falta de capital financiero haciendo que el Estado proporcione a las instituciones financieras más capital a cambio de una parte de su propiedad, una solución adoptada en muchas crisis financieras anteriores.”
Esta especie de nacionalización parcial temporal que a menudo se denomina “inyección de capital social”, es la solución a la crisis propugnada por muchos economistas, dice Krugman.
Por esto vimos en días recientes países como Alemania, Francia, Inglaterra, España, Italia y otros países europeos, destinaban enormes cantidades ara estabilizar sus mercados, pero con dinero público, lo que constituyó la mayor operación desde la II Guerra Mundial.
El aluvión de millones lanzada por gobiernos y bancos centrales de todo el mundo para sacar al sistema financiero del colapso, devolvió el optimismo a las bolsas no así los sentimientos de pánico de la gente común porque hasta el momento, al menos en México, no hay quien le explique cuáles son las garantías y contraprestaciones que derivarán de este respaldo ofrecido por los fondos públicos.
Lo peor es que en nuestro país por filtraciones periodísticas y ahora cada vez más aceptado por funcionarios de Hacienda, los principales actores – diputados, senadores, líderes de partido y de opinión, etcétera- exigen que se haga público el nombre de los empresarios que se beneficiaron con la especulación. Como siempre, los van a proteger.
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