jueves, 3 de julio de 2008

Las actas hablan

Sociedad abierta
ERNESTO REYES
Con el segundo aniversario del 2 de julio del 2006, han empezado a surgir evidencias perfectamente verificables que indican al menos una gran omisión de consejeros y magistrados electorales que en aquél proceso no estuvieron a la altura de las circunstancias para asumir que los mexicanos ya estábamos maduros para la democracia.
Un texto presentado este martes 01 de julio en la ciudad de México, es el del politólogo José Antonio Crespo, investigador del CIDE y articulista de Excélsior, titulado: 2006 hablan las actas. Las debilidades de la autoridad electoral mexicana. Serie debate de R.H. Mondadori.
El libro, que hace tres semanas empezó a circular, sostiene una afirmación del autor verdaderamente lapidaria: acudiendo a las cifras, contenidas en las actas de escrutinio, en el 2006 no se puede saber quién ganó, si Felipe Calderón o López Obrador, porque se desconoce cuál fue la voluntad mayoritaria de los mexicanos.
Tampoco Crespo se anima a considerar que el fraude haya llevado a Calderón a la silla presidencial: simplemente, con la revisión de las actas, una por una, buscando los errores y las inconsistencias, confronta una parte de las verdades que se dijeron por parte de los actores interesados en dicha elección.
Como no hubo certeza, ni equidad en la contienda, Calderón no ganó de manera inobjetable e impecable, como afirmaron consejeros y magistrados y lo repiten sus seguidores; pero tampoco AMLO puede ser reconocido como triunfador porque por las razones que el estudioso explica, no sabemos cuál fue la voluntad del electorado.
Hubo según su investigación, inconsistencias, errores de cómputo, irregulares, aunque no se sabe si son dolosas, que nunca fueron subsanadas por las autoridades respectivas. Irregularidades que estaban del lado de uno u otro candidato; y como estos votos irregulares superan a la diferencia de los 234 mil votos con que supuestamente le ganó FCH a AMLO, la pregunta que queda en el aire es: ¿ verdaderamente quién gano?
En el estudio, Crespo se fue a la información que está en las actas, que publicó el IFE en su portal electrónico. Ahí encuentra que hubo varios errores que se podían depurar, pero hay otros que no.
Por tanto, explica, cuando el principio de certeza se afecta de manera determinante, no se puede saber quién gana. Nos recuerda que hay jurisprudencia que indica que si se afecta la certeza en una elección, había una alternativa: anular la elección. Esto por supuesto no estuvo nunca en la mira de magistrados y consejeros.
Hay votos irregulares que opacan la certeza del resultado, por lo que la consecuencia lógica es: como no se pueden acreditar estos votos a cualquier candidato, debe anularse la elección. Se nubla la certeza cuando este fenómeno se repite a nivel nacional.
Crespo revisó 63 mil de las 130 mil actas de casilla en 150 de los 300 distritos electorales del país, es decir, la mitad de casillas y distritos.
Conforme a su investigación, existen 316 mil votos irregulares --es decir, los que no pudieron justificarse ni depurarse, porque no se abrieron los paquetes electorales-- son mayores al número de sufragios de ventaja del supuesto ganador, que oficialmente fue de 233 mil 831, equivalente al.6%.
El libro de Crespo confronta a los magistrados del TEPJF que, en su dictamen, aseguraron, en primer lugar, que los errores de cómputo en las actas eran justificables y en segundo, que los votos irregulares no afectaban el resultado, porque no eran mayores a la diferencia entre el primero y el segundo lugar en la elección. Nada más falso, según esta investigación aplicando la lógica y la aritmética.
Es cierto que legalmente, la verdad jurídica la estableció el Tribunal con su dictamen dado en momentos de gran crispación política; pero la reconstrucción histórica y el cálculo numérico, objetivo, dice lo contrario de lo que afirmaron los magistrados.
El fraude sin embargo, no se puede inferir de las actas, estas dicen que hubo un comportamiento omiso del IFE y el TRIFE por no abrir y transparentar al máximo posible la elección y darle la certeza a los ciudadanos para saber por quién votó la mayoría.
Quienes defraudaron al pueblo de México, en todo caso son los magistrados por su falta de responsabilidad, profesionalismo y de exhaustividad al hacer su trabajo para que no cupiera ninguna duda de que quien ganó, lo hubiera logrado de a deveras.
El libro 2006: que hablen las actas, cuestiona dos mitos, el del triunfo inobjetable de Calderón y el del fraude sostenido por los seguidores de López Obrador.
Lo más lamentable es que de cara al futuro, esta complicada situación podría repetirse en eventos electorales próximos, porque no se ha resuelto el fondo del asunto, dado que las modificaciones al Cofipe realizadas recientemente, no subsanaron esta situación porque no hay método para prevenir y enfrentar un previsible empate entre dos candidatos punteros.
El recuento del voto por voto sólo se puede autorizar en prácticamente 3 de los 300 distritos, cuando la elección presidencial se evalúa en una sola votación a nivel nacional.
Es evidencia de que o bien no aprendemos de los errores, suponiendo que estos no fueran producto de la mala fe o la confabulación de intereses, o se quiere aplicar la misma dosis a quién en el futuro amenace con conquistar el poder de manera pacífica, mediante una gran participación popular.
El libro de José Antonio Crespo es un aporte interesante al 2 de julio del 2006, caso que no ha sido cerrado por la opinión pública.
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