viernes, 7 de noviembre de 2008

Mouriño

Sociedad abierta
ERNESTO REYES
Las diversas religiones nos enseñan a no desearle mal a ninguno de nuestros semejantes, menos la muerte. Nadie debe alegrarse del infortunio de otros, porque la vida en cualquier momento nos pone en la misma situación.
Hay seres políticos, sin embargo, que provocan tal repulsión o son tantas las atrocidades cometidas en su función o encargo, que mucha gente quisiera verlos en una situación vulnerable.
A los políticos- y el lector puede imaginarse a cuantos desee- se les desea que “mueran”, es decir, que desaparezcan de este quehacer, pero nunca físicamente.
Al fallecido titular de Gobernación, Juan Camilo Mouriño siempre se le cuestionaron los excesos familiares en cuestiones de negocios que de alguna forma establecían una correspondencia con su paso por la función pública, que fue meteórica.
Quienes en su corto periodo al frente de la política interna hicieron fuertes exigencias para que su ejercicio fuera transparente, no pueden sentirse culpables, aunque algunos quisieran que esas voces críticas cosecharan ahora también un costo moral si no es que político.
En el fondo sin embargo, cada observador o actor político o social puede elaborar su opinión en torno al desempeño del malogrado Secretario.
Desde su arranque en Gobernación, un sector de la izquierda – entre dirigentes y legisladores- así como algunos medios de comunicación críticos, no cesaron en acreditarle a Mouriño turbios negocios al amparo del poder en el sector energético.
Incluso fue acusado de tráfico de influencias porque su firma aparecía en contratos de las empresas familiares al tiempo en que fungía como subsecretario de Energía, cuando Calderón era titular de la dependencia.
De los señalamientos se defendió, y oficialmente nunca tuvieron éxito las demandas en su contra. Parecía que su condición de “ hombre fuerte” del presidente, fuera un paraguas para amortiguar ataques.
Sin embargo, el desgaste fue muy duro, al grado de que aunque ahora los actores políticos le reconozcan virtudes, muchos se dieron cuenta de la fragilidad de su situación en Bucareli.
Al grado de que en los días previos a su muerte, se estuvieron manejando hipótesis sobre su inminente remoción del cargo para que volviera a la función legislativa, en la que ya había sido diputado local y federal. O en su caso, que se le postulara a la gubernatura de Campeche, lance muy complicado por la debilidad de Acción Nacional en aquella entidad.
Al momento de morir, junto con el ex subprocurador José Luis Santiago Vasconcelos, y demás colaboradores, la tripulación y personas en tierra, estaba por develarse una investigación realizada en España de ciertos negocios de su padre, un empresario español, dueño de un equipo de futbol, y de enormes negocios.
De igual forma, no debe olvidarse que Mouriño ejercía funciones de coordinación del Gabinete de Seguridad, hecho que lo hacía altamente vulnerable, como sucedía con Santiago Vasconcelos, quien había sido víctima incluso de un intento de atentado.
Salvo algunas incógnitas pendientes, el gobierno federal ha buscada con denuedo ir acreditando entre la opinión pública, la certeza de un accidente. En esta línea de investigación están inscritas las indagatorias para frenar las especulaciones que entre la gente corre, en el sentido de que habrían sido víctimas de criminal atentado.
Por otro lado, la administración calderonista es la que más ha acumulado el impacto, por que le obligan a cambiar sus piezas políticas. Mouriño, en su calidad de jefe del gabinete, no sólo era el que tenía el mejor perfil diseñado para el momento sucesorio, sino en quién más confiaba el jefe de todos:Felipe Calderón.
A Mouriño muchos ya lo veían como un presidenciable sin freno, a pesar de que siempre lo persiguió el mal fario de zonas oscuras en su desempeño público. Una mejor y más justa evaluación tendrá que hacerse cuando calme el torbellino que ahora provoca su deceso, y el que sin duda le tiene reservado la historia, que al final, la construyen hombres y mujeres.
En cuanto a Gobernación, Calderón ahora está obligado a ubicar en tan alta responsabilidad a quien combine eficacia, honestidad y capacidad de interlocución, cosa que Mouriño nunca pudo lograr, aunque haya que reconocer que hacia adentro del gabinete y de su partido, el PAN, tenía la posibilidad de ir moldeando su promisorio futuro en la política. Una lamentable desgracia, cortó de tajo este proyecto.
Contactos: Ernesto_reyes_647@hotmail.com
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