jueves, 29 de mayo de 2008

San Pedro Cafetitlán

Sociedad abierta
ERNESTO REYES
Llega a esta columna un llamado de atención que hace Homero Blas Bustamante, director de la Sociedad Mexicana de Producción Orgánica, A.C. (SOMEXPRO), quien asegura que la comunidad de San Pedro Cafetitlán, municipio de Pochutla, es un laboratorio que podría dar luces a los ambientalistas y por supuesto a las autoridades, por los efectos que en esta localidad serrana produce el llamado cambio climático, tema de nuestros días.
Basándose en estudios que ha realizado la Universidad Autónoma de Chapingo, el profesionista afirma que las variaciones bruscas en la temperatura del planeta se ven reflejadas en todas las latitudes, pero San Pedro Cafetitlán, no es la excepción.
Ubicada en la región tropical húmeda donde se encuentran los municipios de San Pedro Pochutla, San Mateo Piñas y San Miguel del Puerto, Cafetitilán se denominó hasta antes de 1984, San Pedro Piñas, al separarse de San Mateo y pedir formara parte administrativa y políticamente de Pochutla.
Pertenece a una microrregión donde se produce café de altura, denominado así porque las matas del aromático crecen a más de 750 metros sobre el nivel del mar. De esta zona es el famoso café Pluma, de prestigio internacional, que desgraciadamente para los productores pequeños o minifundistas ya no es negocio debido a la baja internacional del precio, a las plagas que diezman las plantaciones, y a que el mercado lo siguen dominando brasileños, colombianos, costarricenses y africanos.
No obstante, el grano de Cafetitilán, como el de Pluma Hidalgo y San Mateo Piñas, sobre todo si es orgánico, es bien recibido en el mercado interno y en el exterior.
Homero Blas dice que aún y cuando los 600 habitantes de esta localidad no contribuyen, o acaso lo hacen de manera bastante mínima, a las emanaciones de Gases de Efecto Invernadero (GEI) que son el ingrediente para la perturbación ambiental que sufre nuestro planeta, el Dióxido de Carbono que generan las grandes ciudades y sus zonas industriales, surte sus efectos en pueblos como éste.
Esta convicción se sustenta en que de unos años a la fecha, se ha detectado un ligero aumento de temperatura en dicha población cafetalera, pues durante los últimos 30 años la temperatura incrementó punto seis grados centígrados.
Aparentemente es una nimiedad, pero según los estudios de la UACH, el promedio anual, hace 30 años, era de 18 grados centígrados y ahora es de 18.6 grados.
Blas Bustamante, productor de café y consultor en productos orgánicos a nivel internacional, sostiene que los hombres y mujeres de Cafetitlán, además, de producir café, “producen servicios ambientales, como agua; capturan carbono, cubren el suelo, lo cual protege la Cuenca del Río Copalita, que desemboca en el Océano Pacífico y que beneficia al centro turístico de Santa Cruz Huatulco.
Sin embargo, donde se valora la importancia del vital líquido es en Huatulco, porque el agua que se usa en este desarrollo turístico es prácticamente la que se produce en la Cuenca del Río Copalita, misma que es cuidada de manera directa por los habitantes de esta población indígena zapoteca.
En consecuencia, el beneficiario de estos servicios ambientales es el turismo, es decir, la industria hotelera.
Lamentablemente, a los productores de estos servicios ambientales” no se les reconoce su trabajo por mantener el bosque, mantener los árboles y para ello sacrifican la producción del café”, afirma Blas Bustamante.
Con la finalidad de demostrar la existencia de los servicios ambientales en Cafetitlán, durante los dos últimos años, investigadores de Chapingo han realizado estudios de cómo se produce el agua en estos bosques. “Los datos encontrados reflejan que a últimas fechas ha venido cambiando la producción de agua y esto se debe o es un reflejo del cambio climático, del cambio global”, afirma.
Esta situación la tiene clara el agente municipal, Germán García Hernández, quien considera que los cambios bruscos en la producción de café se deben, en gran parte, a fenómenos hidrometeorológicos, como los huracanes, pues no tiene mucho que les afectó el Huracán “Paulina”.
En ése entonces hubo muchos deslaves del terreno y derribe de árboles. Para restituir un poco lo dañado, los campesinos necesitan apoyos para conservar el suelo, “como es ponerle barreras vivas, terrazas y todo eso, para que se sigan conservando las plantas del café y el bosque que las cubre”.
Explica que la situación “es grave, ya que no nos alcanza con el precio del café; los apoyos que nos brinda el gobierno son insuficientes para inyectarle recursos al cafetal; hacen falta programas más fuertes como sería renovación de plantas y algunas otras acciones para conservar la ecología”.
Reconoce que por la baja producción del café después del Huracán Paulina y los bajos precios “nuestros paisanos han tenido que emigrar, porque producción que ya no es la misma, como hace diez o 15 años, pues si antes producíamos 10 o 15 quintales por hectárea, ahora nada más producimos cuatro o cinco”.
Para que este café alcance su verdadero valor hay que informárselo a los productores y explicarle a los diferentes niveles de gobierno, la necesidad de diseñar políticas públicas al respecto, “pero para ello los legisladores deben ponerse a trabajar”, interviene Homero Blas, también director del Sistema Producto Café en el Estado de Oaxaca.
Para el especialista, “la legislación en México, no abarca todo como para valorar los servicios ambientales y los productos que salen de esta zona; sí hay una normativa para servicios ambientales, pero no tenemos suficiente regulación al respecto”.
La crisis del café ha ocasionado una grave disminución de la población, pues de mil 500 habitantes que tenía en 1997, antes de que azotara “Paulina”, ahora solo cuenta con 600. La mayoría ha emigrado a Estados Unidos y a otras zonas de México, en busca de nuevos horizontes para apoyar a los que se quedaron, principalmente, ancianos y mujeres.
Reflejada así en voz de dos de sus actores, el panorama en Cafetitlán es preocupante; sus problemas y sus anhelos deben ser escuchados por quienes tienen el poder de hacerlo. De lo contrario, seguirá siendo acaso un punto en las estadísticas de la pobreza y una mancha difícil de borrar en las políticas públicas.
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