sábado, 7 de junio de 2008

APO: 30 años

Sociedad abierta

ERNESTO REYES
Fue un 16 de marzo de 1976 cuando un grupo de reporteros, entre los que se encontraba Ángel Soriano, tuvo la idea de crear una organización de periodistas. Fue el nacimiento de lo que hoy es la Asociación de Periodistas Oaxaqueños (APO), cuya presentación en sociedad fue un 7 de junio de 1978, hace 30 años exactamente.
La APO nació – dice la crónica de aquellos tiempos- en aquellos aciagos días en que existía una política de represión y violencia en el estado, y los reporteros carecían de un medio organizado de defensa ante las vejaciones de que también eran víctimas. Sobre todo de los patrones.
Tenía un año que había entrado como gobernador el general Eliseo Jiménez Ruiz, quien a pesar de su pasado represivo- fue quien liquidó a Lucio Cabañas, en Guerrero- comparado con los tiempos actuales, no tenía ni la décima parte del autoritarismo que caracteriza a la administración actual.
Sin embargo, el General había tomado a sangre y fuego la Universidad Benito Juárez, respaldado por la tropa después de la caída – el 3 de marzo de 1977- de Manuel Zárate Aquino, mixteco también como el de ahora.
Aún con todo, la APO nació con la simpatía de Heladio Ramírez López y su grupo político, que manejaba desde la oficina del PRI al mandatario, grupo que tras el sexenio de Pedro Vásquez Colmenares, se apoderaría del gobierno y promovería, paradójicamente una “ley mordaza” que abortó ante protestas de la APO y otras organizaciones.
Se recuerda con cariño y respeto, tres décadas después, a los socios fundadores, sobre todo a los que pasaron a mejor vida como Silvio Aguilar, Álvaro Burgoa, Benito García Hernández, Carlos López y López, Rafael Escudero, Dimas Rodríguez, Antonio Mejía, Roque Carrasco y Parada, Octaviano Soto González.
De quienes viven y siguen vigentes, no puede olvidarse por supuesto, a doña Arcelia Yañiz de Gutiérrez, que durante el arranque de esta organización fue pilar fundamental por las relaciones y el respeto que le tenían en el sector público.
Un recuerdo especial para el licenciado Luis Meixueiro, quien siempre apoyó como amigo a una organización que precisamente nunca le faltaron integrantes ni solidaridad, aunque de una década a la fecha, navegue con pocos recursos y bajo interés de parte de sus agremiados.
La apertura de la APO tuvo lugar en las oficinas pagadas por el gobierno del estadio durante muchos años, de Avenida Juárez 300, esquina con Murguía. Nacía sin ningún móvil político y para “superar deficiencias y estimular a cada uno de los periodistas en todas sus áreas de trabajo.”
Lucha- se afirma en su declaración de principios- por un permanente quehacer periodístico ético, honesto y digno, en defensa de la libertad de expresión, respetando todo principio ideológico de sus asociados y de quienes actúan en la vida profesional”…
En ése entonces, la APO sostenía buenas relaciones con organismos nacionales como la desaparecida Unión de Periodistas Democráticos y la Federación Latinoamericana de Periodistas que entonces dirigía Luis Suárez.
Por el auditorio de la APO desfilaron personalidades como Renato Leduc, Juan de la Cabada, Manuel Buendía, Eduardo del Río, Rius, Heberto Castillo, Luis Suárez, Efrén, etcétera, quienes aportaron sus experiencias sobre ávidos comunicadores de saber todo.
Con el apoyo de la Universidad Autónoma “Benito Juárez”, el Instituto Tecnológico, la Normal Superior y obviamente los gobiernos del estado y municipal, se organizaron muchos cursos y seminarios para reporteros y fotógrafos que de mucho han servido para formar a varias generaciones de comunicadores. En esta época, no había escuelas de comunicación acá en Oaxaca, por lo que los periodistas nos hacíamos sobre la marcha.
El 90 por ciento de la generación a la que pertenece este columnista, así se formó, por lo que la APO siempre fue un referente importantísimo para nuestra capacitación. Y como se dice entre broma y veras: para redactar, porque escribir, sólo García Márquez.
Este sábado 7 de junio, algunos de los sobrevivientes de esta organización van a reunirse al mediodía en sus instalaciones de la calle González Ortega, que tiene en comodato con el gobierno estatal, donde permanecen aún los activos y una modesta biblioteca que oaxaqueños generosos han ido incrementando con sus donaciones.
Persiste al frente de la APO una directiva integrada por 3 compañeros, que hacen esfuerzos a veces poco reconocidos, por mantener a flote a un cuerpo social que está en su mayoría, necesitado de participación y solidaridad, porque sin el apoyo de sus integrantes muy poco de los proyectos emprendidos pueden lograrse.
La APO ha superado el periodo más aciago, cuando José Murat hizo y deshizo de la organización; ahora sus asociados deben superar el individualismo que caracteriza al periodista y que lo hace presa fácil de la manipulación y, por qué no decirlo, de la corrupción por parte de funcionarios y políticos.
En estas tres décadas – que corren a la par de las que este tecleador, como dice Julio Hernández, tiene en el oficio, elevada ahora a profesión- la APO ha transcurrido por senderos donde relacionarse con el poder público no era mal visto como ahora, siempre buscando la superación del gremio y manteniendo su independencia, a pesar de que en un momento se pensó que era oficialista.
Este carácter quisieron dársela algunos directivos que recibían prebendas, por ello miraban con malos ojos a quienes procedentes de otras profesiones se acercaban al gremio.
Sin embargo, de un tiempo a esta parte, el periodismo oaxaqueño se ha profesionalizado con el ingreso de graduados de universidades que poco a poco van desplazando a quienes neciamente permanecemos. Pero no ha de ser por mucho tiempo, porque el relevo generacional es inminente e irreversible.
Cuando esto pase, quienes hemos pertenecido a la APO, a pesar de todo, seguiremos reconociendo a esta organización como nuestra tercera casa, después de la redacción a la que cada quien se asume por cuestiones laborales.
¿Por qué? Porque en la APO se puede platicar y discutir posiciones con entera libertad y el hecho de que ya no sea financiada por el gobierno vía la oficina de Comunicación Social, es un adelanto que permite que aún con dificultades, decida de manera independiente su vida interna.
¿Tendrá la APO muchos años de vida para adelante, abrevando de sus buenas y malas experiencias? Esto depende de todos sus integrantes y de la sociedad que demanda periodistas comprometidos con el tiempo que les ha tocado vivir. De cualquier modo, felicitémonos todos por los primeros 30 años. ¡Salud!
Contactos: Ernesto_reyes_647@hotmail.com
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