viernes, 30 de mayo de 2008

Agravios impunes

Sociedad abierta
ERNESTO REYES
Tiene razón uno de los responsables del programa de Agravio a Periodistas y Defensores Civiles de la CNDH, José Juan Alonso Ramírez: en la medida en que los agravios y atentados contra la prensa no se investiguen y no se castigue a los responsables, éstos seguirán ocurriendo.
Según recuento del Ombudsman nacional, del 2000 a la fecha ellos han contabilizado 39 asesinatos y 7 desapariciones en el gremio periodístico. También, de 1991 al 2006 integraron 640 expedientes, más 84 y 29 quejas documentadas en los años 2007 y lo que va del actual, respectivamente.
Esta preocupante numeralia habla del grado de impunidad que prevalece en torno a los asesinatos y agravios de que son víctima los comunicadores.
La información publicada aquí mismo por Pedro Matías destaca los casos más graves en Oaxaca, entre ellos el ataque sufrido por esta editorial en el año 2005, pero también los asesinatos de Brad Will, Raúl Marcial Pérez, tres voceadores de El Imparcial del Istmo y las dos locutoras triquis asesinadas en abril pasado.
Tan sólo de 2006 a la fecha, en la Comisión Estatal de Derechos Humanos se han integrado 10 expedientes. De todos ellos, es común concluir, que no tendrán efectos jurídicos como sucede con los demás casos en todo el país, en los cuales prevalece la impunidad.
La impunidad, anima a las fuerzas oscuras y los poderes fácticos que los realizan, a cometer más atentados, porque saben conscientemente que ninguna autoridad dará con ellos. Esto pone en un alto grado de vulnerabilidad a quienes ejercemos esta profesión y redobla los riesgos.
Este sentimiento de preocupación por el presente y el futuro de los periodistas en México invadió gran parte del país con motivo de la conmemoración, este viernes, del 24 aniversario luctuoso del periodista Manuel Buendía Téllezgirón.
Por la frecuencia de Radio Universidad de Oaxaca – que por cierto está teniendo un repunte importante por la restructuración de su carta de tiempo- me permití invitar a los compañeros para que acudieran a rendirle un sencillo pero sentido homenaje al periodista michoacano ante la estatua de Francisco Zarco, prócer de la pluma en el siglo XIX.
Gracias también a las invitaciones que giró el compañero Víctor Zárate de la Asociación de Periodistas de Oaxaca, logramos reunirnos algunos comunicadores, y sin más preámbulo, cumplimos este compromiso, donde refrendamos la necesidad de seguir luchando por la reivindicación de nuestros derechos, honrando la memoria de todos aquellos que han sido víctimas de la intolerancia.
En el fragor del tráfico por los bloqueos, y mientras enfrente unos policías preventivos estatales con arma en mano detenían al conductor de un mototaxi, reiteramos nuestro deseo de seguir unificándonos porque si no es así podemos ser presa fácil de venganzas de todos aquellos a los que el periodismo crítico molesta.
En la ciudad de México, en sendos actos donde se congregaron comunicadores y representantes de asociaciones de la prensa mexicana, los días 29 y 30, sirvieron para reclamar respeto a la actividad periodística y el cese a las agresiones.
Ante las oficinas de la PGR y ante el monumento a Francisco Zarco, ubicado a la salida del Metro Hidalgo, se reflexionó acerca de los temas que más preocupan en torno a la libertad de expresión, concluyéndose que los sexenios de Vicente Fox y el de Felipe Calderón han sido de los más omisos en torno a la protección del ejercicio periodístico.
Si las fuerzas del Estado no pueden controlar la violencia que ejerce el crimen organizado, menos podrán ocuparse de agresiones muy focalizadas, procedentes de las mismas fuerzas que combaten.
Sin embargo, la responsabilidad sigue siendo muy grande para quienes en la capital del país o en el interior de la República Mexicana ejercemos esta labor para diseñar estrategias y medidas que impidan que estos hechos se reproduzcan aquí, porque además del temor que provocan, sus efectos se endosan a la sociedad que necesita de profesionales de la información libres de cualquier acechanza.
Lo peor que le puede suceder a un periodista – como ya sucede en el norte del país o en medios donde temas delicados se firman “ por la redacción”, a aparecen sin crédito- es que toda esta cadena de atentados y agravios termine en la derrota de la información que significa la autocensura.
Dicen que pierde un periodista cuando se convierte en noticia- cuando lo asesinan o lo agreden- pero más se pierde cuando él mismo, ante las amenazas o el temor se calla para decirle a la sociedad lo que sucede en su entorno. La autocensura es la lápida que cae pesadamente sobre cualquier informador.
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Buendía: 24 años

Sociedad abierta
ERNESTO REYES
En el marco del 24 aniversario del asesinato del periodista Manuel Buendía Téllezgirón uno de los casos más emblemáticos para la libertad de expresión en México, pues su homicidio resultó un agravio en la historia del periodismo mexicano, el gremio debe exigir un cese a la impunidad en los asesinatos y desaparición de informadores.
Ante la gravedad de la situación, este jueves periodistas y organizaciones de la ciudad de México realizaron un acto de protesta ante las instalaciones de la Procuraduría General de la República para decir ¡ya basta! de agresiones contra periodistas, que sólo de abril a mayo de este año se incrementaron en 20 casos más entre asesinatos, amenazas, detenciones y hostigamientos.
Sería bueno que los periodistas de Oaxaca y de las regiones no pasaran inadvertido el 30 de mayo, fecha que es símbolo de la lucha por la libertad de expresión, incluso mucho más que los días designados por organismos internacionales como la Unesco ( el 3 de mayo), o el 7 de junio, como se acostumbrada celebrar – y todavía se hace en algunas partes- entre autoridades y comunicadores, haciendo eco a la antigua celebración que inventaron los editores y el gobierno de la República.
Nadie más atinado que Miguel Sánchez de Armas, quien a la muerte de Buendía creó la Fundación que lleva su nombre, para recordar con especial reconocimiento al michoacano que la tarde del 30 de mayo de 1984 fuera asesinado cobardemente por la espalda al salir de su oficina en la zona rosa de la ciudad de México.
Sánchez de Armas trabajó con Buendía, como Luis Soto también. Con la inspiración de esta tragedia pero al servicio de las nuevas generaciones de periodistas y comunicadores nació la Revista Mexicana de la Comunicación que sigue siendo un referente de lectura sobre el tema, a cargo ahora de Omar Raúl Martínez.
Con Sánchez de Armas coincidí cuando trabajaba en Notimex, cuando lo dirigía Raymundo Rivapalacio y con Omar me une una larga relación desde los tiempos de la Unión de Periodistas Democráticos, organización donde convergían figuras como Miguel Ángel Granados Chapa, Luis Suárez ( a cargo entonces de la Federación Latinoamericana de Periodistas ), Magú, Héctor García, Eduardo Deschamps, Jorge Meléndez, Eduardo Valle, Francisco Huerta, Óscar Hinojosa, Rogelio Hernández y tantos otros que al final terminaron siendo amigos muy entrañables como José Reveles y Blanche Petrich, con quienes el mes pasado me reuní a comer un espagueti y tomar vino después de participar un foro sobre Federalización de Delitos contra Periodistas efectuado en el Club de Periodistas.
Ahí estaba de nuevo Omar Raúl y José Buendía con quienes hicimos planes a futuro. Pero resaltaba la presencia en la organización del foro, de Carlos Padilla Ríos, quien dirige la revista Zócalo, publicación mensual que ya se está ubicando como la única – o casi, pues existe la revista Etcétera, y varias que tienen circulación restringida en escuelas, facultades y carreras de comunicación- donde se tocan fundamentalmente temas que interesan a comunicadores y a periodistas.
En el otro extremo de la ciudad tuve oportunidad de saludar a Carmen Aristegui quien sigue siendo un imán donde quiera que se presente y a Lydia Cacho, un tanto cansada de la batalla legal que sigue librando contra el Gober Precioso, que le representa inversión de tiempo y dinero que los periodistas honestos nunca tienen como para seguir un juicio. La animamos a que litigara su caso ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la OEA. Platicamos y conocimos el caso de Sanjuana Martínez, periodista regiomontana, actualmente sin trabajo o en condición de freelancer ( la tercera parte de quienes ejercen el periodismo en México según resultados del Programa Buenas Prácticas México), quien nos contó la forma en que la despidieron del periódico Milenio-Monterrey.
“Se están reestructurando las páginas, tu página desaparece, así que el próximo viernes ya ni mandes”, le dijo la directora Roberta Garza Medina en una escueta comunicación por mail. Así daba fin a la columna semanal que escribía Sanjuana.
Sin embargo, pretendiendo darle otra oportunidad, le comunicó que eran bienvenidos sus reportajes. Sanjuana – a quien una vez, jovencita ella, saludé en una velada en la Fundación Ortega y Gasset de Madrid cuando ella fungía como Corresponsal de Proceso- preparó pronto un reportaje titulado “ Sacerdote abusa de una menor y sigue dando misa en el Santuario de Guadalupe”. Se traba de un cura pederasta presuntamente protegido por el cardenal Robles Ortega. “Este reportaje no le interesó a la directora, ni me explicó por qué no se publicó”, cuenta Sanjuana, quien atando cabos concluyó la razón: Garza Medina es hermana del vicario general de los Legionarios de Cristo y de Dionisio Garza Medina, dueño de la Universidad de Monterrey, institución privada y de orientación católica.
Razones parecidas, se pueden inferir en las presiones que recibió la XEW de este poder fáctico para que despidieran a Aristegui, entre otras cosas, por darle seguimiento a la denuncia radicada en Los Ángeles contra el cardenal Rivera Carrera y por extensión el caso de pederastia del colegio San Felipe de Oaxaca.
Así se las gasta la ultraderecha mexicana, sector muy bien identificado por Manuel Buendía, quien se especializaba en este como entre otros temas, y durante su vida escribió varios textos que no pierden actualidad, porque Puebla, Guadalajara y Monterrey siguen siendo bastiones de estos grupos de poder que siguen influyendo en universidades y en medios de comunicación para decidir qué y cómo se estudia, y qué y cómo se publica.
Manuel Buendía acabó su vida escribiendo sobre los verdaderos enemigos de la libertad de expresión. Cuando iniciaba esta carrera tuve el privilegio de recibir un Premio Estatal de Periodismo en el género Reportaje firmado como jurado por el autor de Red Privada, y después tener la oportunidad de escuchar su hablar fino en la celebración de un 7 de junio, dos años antes de que fuera acribillado. En las oficinas de la Asociación de Periodistas Oaxaqueños dictó su magistral conferencia que aparece en un libro publicado después de su ejecución.
Por significar una luz en este camino siempre permaneceré agradecido con él, y en cualquier parte que esté seguiré sumándome a la petición de hallar algún día a los autores intelectuales de su muerte, es decir, a quienes Buendía les estorbaba; aunque el caso para la justicia mexicana ya esté cerrado. El mejor homenaje este 30 de mayo para Manuel Buendía, es no olvidarlo.
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