jueves, 18 de septiembre de 2008

Justina y la inseguridad

Sociedad abierta
ERNESTO REYES
El caso de la joven Justina García, es emblemático de cómo los ciudadanos oaxaqueños estamos a merced de cualquier delincuente que en el momento en que se le ocurra puede atentar en contra de nuestra integridad física.
Fue presentado apenas por el sector juvenil del Movimiento Ciudadano por la Justicia, Paz y Desarrollo con Dignidad para Oaxaca, instancia que por cierto realizó en agosto pasado una Consulta Pública sobre temas de seguridad, transparencia y políticas públicas de gobierno.
La Consulta refleja que la gente no cree que las políticas públicas le puedan asegurar la justicia, paz y seguridad que reclama. También que los recursos públicos no se emplean de manera transparente; que las obras de gobierno no respetan el patrimonio natural y cultural; y que es necesario seguir impulsando mecanismos de participación ciudadana para que puedan gestionarse mejor los derechos de todos a vivir mejor.
Con la desconfianza propia de quienes por décadas han sido engañados, los del Movimiento esperan que estos ejercicios sean cada vez más utilizados por la sociedad.
No se niegan a que existan mecanismos institucionales que pulsen el sentir de la población, siempre y cuando sean ciudadanizados o supervisados por instancias de alta solvencia moral. Para que sean creíbles. Estamos de acuerdo.
El Movimiento ha realizado marchas pacíficas y silenciosas. A una de tantas, asistió Justina García, originaria de la zona de Miahuatlán, pero que trabaja en esta ciudad capital.
Lo paradójico del asunto es que estando consciente de la inseguridad que priva en la entidad, como en todo el país, ella haya sido víctima reciente de esta manifestación de violencia que con lo más reciente, sucedido en Michoacán, nos envuelve en un estado de horror nunca antes visto.
Pues bien, Justina llegó el lunes el 25 de agosto, a la terminal de autobuses de esta capital, pero al dirigirse a la casa donde habita, un tipo la siguió.
Su primera reacción fue que este sujeto la podía asaltar por lo que le entró miedo. Sin embargo, como había gente descartó el intento. Este seguía detrás suyo. Cuatro calles adelante, al tratar de tocar la puerta, el tipo se abalanzó contra ella queriendo someterla.
Como no logró su objetivo, ante los gritos y manotazos de Justina, la azotó contra el portón, le dio un puñetazo en la cara y huyó del lugar, ante la proximidad de las señoras de la casa.
Impactada, Justina primero acudió a su trabajo, pero ahí, una compañera suya, abogada, la acompañó a interponer una denuncia por el ataque, con la esperanza de que las autoridades podrían pudieran mandar vigilancia a la zona.
Justina acudió a la Cruz Roja Mexicana a que le valoraran los golpes; y de ahí se presentó ante el Agente del Ministerio Público, donde comprobaría dilación y “tortuguismo”, porque además de lo traumático de la agresión recibida, el funcionario nuevamente la envió a que la certificaran a la Procuraduría General de Justicia del Estado, y luego le pidió que volviera.
Varias horas después, por fin se pudo integrar la Averiguación Previa, pero la percepción que tuvo es que con su actitud de desdén, el funcionario casi le decía : “No hagas drama por algo tan simple”.
Al ver la forma con que se procura la justicia en Oaxaca, el sentimiento que provocó en ella es desesperanzador: “ Para qué le sigo; mejor ahí que quede”, y “no me meto en más problemas, porque seguramente nunca se va a investigar ni a dar con el agresor”.
Si Justina tuvo el apoyo de una abogada, que al final también se desesperó, imagínense lo que le sucede a una persona que no la tenga.
El ejemplo de Justina, es parte de la poca confianza que generan las instituciones del estado. Ella, que pasó por algo “tan pequeño”, “tan mínimo”, para las autoridades, queda con la incertidumbre de que una vez puesta la denuncia, el tipo regrese, la agreda de una forma mayor, pues ya sabe dónde queda su casa (porque en el expediente queda su dirección, sus generales), y seguramente la tiene identificada.
Sin embargo, ha tenido el valor de denunciarlo, de salir a los medios a dar la cara, para dejar un precedente. No hay que dejarla sola, y exigir que este caso se atienda.
Contactos: Ernesto_reyes_647@hotmail.com
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