jueves, 23 de octubre de 2008

¿ Quién gana?

Sociedad abierta

ERNESTO REYES
Cuando asiste uno como espectador a eventos tan trascendentes como los de la disputa petrolera, se confirma la sabiduría popular que se puede aplicar a cualquier iniciativa que tome uno en la vida: “No hay peor lucha que la que no se hace”.
Este es el signo que ha prevalecido en muchos momentos de la historia mexicana, y los resultados han demostrado que son ciertos.
Imagínense al Juárez del siglo XIX dudando si iba a declarar la moratoria a los gobiernos francés y británico que ocasionaron como respuesta la intervención armada en suelo mexicano.
Finalmente, y a pesar de que el país estuvo en vilo, Juárez demostró que sí podían imponerse condiciones de un trato digno a las naciones extranjeras, dejando en el fusilamiento de Maximiliano un ejemplo postrero de cómo debe tratarse a un gobierno espurio y monárquico.
Guardando las proporciones, en el desenlace que a partir de este jueves se espera en el Congreso mexicano, de nueva cuenta se van a evaluar los avances o retrocesos que cosechó la pretendida reforma petrolera que en el primer trimestre del año envió Felipe Calderón a la Cámara Alta.
Hay un dejo de optimismo entre la izquierda mexicana, mejor dicho en los sectores nacionalistas, debido a los acuerdos previos en comisiones, que anticipan cambios a siete leyes fundamentales que competen a Petróleos Mexicanos sin modificar de fondo la Constitución.
Tan difícil se le puso al gobierno panista y a sus aliados del PRI sostener lo indefendible, que no les queda más que celebrar “los consensos” y “acuerdos” que están a punto de votarse y pasarse a la Cámara de Diputados, reconociendo las cuestiones absurdas y peligrosas que acerca de la explotación de este recurso estratégico planteaban inicialmente.
Muchos querrán en estos momentos regatear el éxito que tuvieron las movilizaciones encabezadas por Andrés Manuel López Obrador- incluyendo la toma de tribunas en las cámaras- impulsadas por un movimiento que se despliega en varios frentes: el llamado Gobierno legítimo, la Convención Nacional Democrática y el Movimiento Nacional en Defensa del Petróleo.
La consigna es:” No ganó Andrés Manuel”, si de personalizar el asunto de trata: “Ganó México”, como si esta figura abstracta pudiera servir de argumento: en política, gana quien lleva la iniciativa. Y en este caso, desde que Calderón agendó el tema en febrero pasado, AMLO y simpatizantes no hicieron más que lo políticamente correcto: manifestarse en contra de cualquier intento privatizador no importando que la prensa asociada con el poder, desencadenara un linchamiento mediático como el de la elección, dos años atrás.
Por fortuna, AMLO no se equivocó y mediante las presiones – “Adelitas” de por medio- obligaron al gobierno a aceptar foros de debate y al final, muchos de los participantes en los debates colaboraron como grupo asesor de la bancada parlamentaria del Frente Amplio Progresista para presentar una contrapropuesta en la materia.
Pero no solamente López Obrador y su movimiento han salido fortalecidos, sino los sectores que no estando ligados a él, creen que el país puede retomar la ruta donde pesen más las decisiones colectivas en torno a lo que más conviene a los mexicanos y no a un grupo de privilegiados que desde hace décadas se reparten el país como botín. Los mismos que ahora agudizan la crisis económica.
Pierde por ende, puesto el asunto así, en blanco y negro, Felipe Calderón porque aún con el apoyo del PRI, no pudo imponer reformas regresivas, aunque al final se avance en la independencia financiera de Pemex y la modernización en varias de sus áreas.
El PRI por supuesto ha tenido que echar atrás su propuesta de empresas espejo – como sucede con Petrobras en Brasil- y ahora no le queda más que buscar en las letras pequeñas de las leyes, algún resquicio para la intervención de particulares.
Salvo sorpresas de última hora – por lo cual hasta ayer permanecía la alerta de los opositores- quedan satisfechos los sectores nacionalistas que con el apoyo de una opinión pública que nunca estuvo ausente, ha comprendido que muchas batallas pueden ganarse por el hecho mismo de iniciarse. Tomar la decisión es lo que importa.
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