miércoles, 20 de agosto de 2008

Doña Arcelia Yañiz

Sociedad abierta

ERNESTO REYES
Acaba de cumplir 90 años de vida, este lunes 18 de agosto, doña Arcelia Yañiz de Gutiérrez, quien acaso no sea ni la única mujer que en Oaxaca ha incursionado en el periodismo , pero sí ha resultado para nuestra fortuna y la de sus amigos y familiares, la más longeva.
Por la pluma siempre equilibrada de Doña Chela, como cariñosamente le decimos, ha transcurrido gran parte de la historia cotidiana de Oaxaca a partir del primer tercio del siglo XX, y lo que ya llevamos en el actual.
En los últimos tiempos, a partir de que en los años ochenta tomó las riendas del desaparecido Fonapas, doña Arcelia ha combinado la redacción de artículos con las responsabilidades públicas que alternativamente ha tenido en la Biblioteca Pública Central “Margarita Maza de Juárez”, y ahora como Coordinadora de la Red Estatal de Bibliotecas Públicas.
En varios de sus textos, doña Arcelia nos ofrece el contexto histórico e intelectual en el que ha vivido, en dos periodos importantes de su vida. Cuando- en los años 30- empezó a hacer sus pinitos en el periódico “El Oaxaqueño”, y partir de que regresó nuevamente a Oaxaca en los años 50, luego de haberse ido con su familia a vivir a la ciudad de Puebla.
A pesar de los intereses familiares que chocaban con su vocación e inquietudes juveniles -“porque era una jovencita ingenua, provinciana y tercamente romántica”-, doña Arcelia tuvo la oportunidad de compartir con grandes del periodismo oaxaqueño. En su primera etapa como novel reportera.
Como nos cuenta en un texto que le dedica a don Everardo Ramírez Bohórquez, periodista de su época, la periodista tuvo oportunidad de compartir sueños y experiencias con doctos personajes como el Jefe de Redacción de El Oaxaqueño, don Ángel Taracena, tabasqueño inefable; Don Fernando Belmar iracundo Administrador que velaba por el crecimiento económico del Diario, y el propio Ramírez Bohorquez en el cuerpo de redacción.
Pero fuera de ese ámbito, nos dice, en actividades extraperiódico, la joven Arcelia coincidió con el famoso Adalberto Carriedo, del Ateneo, donde este figuraba como entusiasta socio, alternando con los grandes de la cultura: Jorge Fernando Iturribarria, connotado historiador; José Suárez, poeta de altos vuelos; Rafael Ramírez Toro, prestigiado abogado quien interpretaba al piano música clásica, y Guillermo Reimers Fenochio, conocedor de lo acontecido en el siglo XVI.
El Instituto de Ciencias y Artes del Estado, llamado glorioso por la excelencia de sus maestros que se reflejaba en los productos que ofrecía como aquellos fagosos oradores, tiernos poetas o cuentistas que medían sus fuerzas organizando los Juegos Florales para exaltar la belleza y al mismo tiempo la erudición de la grey estudiantil, como Guillermo Martínez León, Rodolfo Sandoval, Jorge Santibáñez, Raymundo Villalobos Celaya …
Doña Arcelia evoca el Primer Congreso Mexicano de historia que trajo la sabiduría de antropólogos y arqueólogos de renombre como Alfonso Caso, Wilberto Jiménez, estudiosos de la tumba 7 de Monte Albán y a la vez propiciaron que se organizara nuevamente bajo la égida del poeta Alberto Vargas, el periodista Fernando Ramírez de Aguilar (Jacobo Dalevuelta) y otros cultos organizadores, la primera Guelaguetza ofrecida al presidente de la República Abelardo I Rodríguez y a los participantes de tan avanzado programa del país efectuado en Oaxaca.
También le tocó compartir en los carnavales, en los Reinados de Cavela Domville y Margarita Robles Arenas; y en los pésames a la Virgen de la Soledad, todos los viernes santos; y en las Noches de Rábanos, con las madrinas de los niños Dios que tiritaban en las charolas entre los hilos plateados y dorados, y también como muchos oaxaqueños de la época, se relajaba escuchando a la banda de Música todos los Domingos o acudiendo a las funciones de teatro , o cuando llegaba a Oaxaca la compañía de opereta y zarzuela de Pepita Embil, madre del tenor Plácido Domingo.
Esta narrativa – dice en el texto publicado en el portal de la revista Oaxaca Profundo que fundara el recientemente desaparecido Luis Santiago- abarca los primeros años de la década de los treinta.
“Yo emigré a Puebla de los Ángeles para aprender más del periodismo. Las décadas siguientes fueron los 40’s y los primeros de los 50’s envolvieron, por ausencia mía, otros recuerdos de ese tiempo y este espacio de Oaxaca, pero para mi gran alegría en 1953, al radicarme nuevamente aquí, don Everardo aparece nuevamente protagonizando la aventura de hacer un periódico diario que ya estaba planeado junto con Eduardo Pimentel, don Marcelino Muciño,don Luis Sarmiento y me invitan a trabajar por Oaxaca, decían ellos; con poco dinero y mucho entusiasmo empezó todo aquello que verdaderamente es inolvidable.
Es parte de la historia que tiene en sus recuerdos una mujer sin par, madre protectora de la cultura que en los años sesenta acogió al dramaturgo Rodolfo Álvarez, y en los setenta a Sergio Magaña, así como al pintor Roberto Donis, tanto en la Casa de la Cultura, como en la Escuela de Bellas Artes donde en esta última dirigió la Sección de Teatro.
Sus alumnos y obviamente sus hijos, más que nadie, tienen mejores historias de doña Arcelia, pero antes de seguir contando, en su voz, lo que significó para su experiencia juvenil su relanzamiento como periodista en el “Oaxaca Gráfico”, felicitémonos todos porque la tenemos con vida a sus 90 años, porque es de las pocas sobrevivientes de sus contemporáneos. Mañana continuamos aquí.
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