domingo, 30 de marzo de 2008

¿Gabinete de seguridad?

Sociedad abierta
ERNESTO REYES
Los cambios en su flamante “Gabinete de seguridad” a que fue orillado Ulises Ruiz antes de culminar el asueto de Semana Santa -- periodo que por la inactividad escolar se prolongó hasta el domingo--, son consecuencia del exhorto que en breve hará el senado de República al Poder Ejecutivo Federal para que ejerza mayor coordinación con las corporaciones locales, vista la crisis de seguridad en que se debate el estado de Oaxaca.
Pero también busca ganar tiempo para que a la entidad oaxaqueña no la alcance la implantación del Programa “México Seguro”, con todo lo que implica en desplazamiento de fuerzas castrenses y de la policía federal preventiva, mecanismo que resta, por no decir nulifica la injerencia local en actividades de combate a la delincuencia organizada.
Con los pros y contras que este programa significa, pues en otras entidades al tiempo de enfrentar a la delincuencia, ha facilitado violaciones a los derechos de ciudadanos pacíficos, la intervención federal no es una idea que sume adeptos en círculos locales; nadie la ha solicitado de esta manera; sin embargo, persiste como una Espada de Damocles si los cambios realizados este fin de semana no resultan efectivos.
Pronto se sabrán si son buenos o malos los antecedentes de los nuevos titulares de la Secretaría de Protección Ciudadana (Seproci), de la Dirección de Seguridad Pública y de la Policía Ministerial, donde fueron ubicados Javier Rueda Velásquez, quien es teniente coronel retirado; Jorge Alberto Quezada Jiménez y Alan Loren Peña Arqueta, respectivamente.
De los tres funcionarios salientes, que para variar fueron nombrados “asesores” del Gobernador en seguridad, Sergio Segreste Ríos, Pedro Díaz Laredo y Daniel Camarena Flores, la sociedad los recordará por el triste papel realizado en su función dada su incapacidad supina para ejercer el mando en sus respectivas corporaciones, además de los pocos y claros deseos por combinar eficiencia y responsabilidad en dicha tarea.
Si los tres no funcionaron, por malos, nadie entiende que como “premio de consolación” todavía los mantengan en la nómina distrayendo recursos que pueden emplearse en otra cosa. Ellos mismos, si conocieran la dignidad, no aceptarían la “aviación” que les ofrecen, aunque la abyección es tal que para eso es para lo único que sí serían capaces.
En términos que recuerdan a las expresiones del diputado Javier González Garza, desde que a finales de enero ejecutaron a Alejandro Barrita y luego al comandante apodado “El Gigio”, Segreste, Díaz Laredo y Camarena ya estaban en el umbral de su despido, sólo que ellos fueron los últimos en enterarse. “ya estaban muertos – administrativamente- sólo que nadie les había dicho”, dice la broma.
Para el anecdotario político quedará si la decisión de removerlos fue acordada o sugerida por Felipe Calderón, durante su pasada gira por Oaxaca; unos dicen que no pudo ser, por el respeto al pacto federal expresado por quien ocupa la presidencia de la República.
Sin embargo, otros sugieren que a raíz de que – a solicitud de Gabino Cué- el Senado aprobó un punto de acuerdo de obvia y urgente resolución ( fast track), sin que el PAN se opusiera y el PRI menos, ya que el “Sancho Panza”, que no escudero, andaba mostrándose en la gira, el gobierno se vio acorralado por esta circunstancia y por las presiones que patrones y comerciantes ejercían públicamente y en privado para que les diera una respuesta efectiva a sus reclamos de atender urgentemente el tema.
Por ello muchos piensan, que con o sin la anuencia presidencial, Ulises halló en el despido de sus flamantes colaboradores, una salida política, que impidiera hasta donde sea posible, que la Federación – léase la presidencia- le reste capacidad de mando y vapulee aún más el orgullo de quien ahora se reclama aliado del panismo presidencial.
Ante el convencimiento de que está rendida la plaza para los cárteles, luego del arresto del principal operador en la materia, sin decirlo en voz alta, pero sí con este gesto, se le ofreció a Los Pinos hacer cambios profundos en materia de seguridad, para lo cual se aceptó la importación de tres funcionarios que como dice la explicación oficial ahora, hacen “química” con los mandos en el Ejército, la PGR y la Policía Federal Preventiva “para reforzar el combate a la delincuencia que encabeza el Presidente Felipe Calderón.”
Completando el suplicio de Ruiz en la reciente gira de Calderón, a pesar de las inversiones anunciadas en materia turística, como principal invitado llegó el ex gobernador y ex secretario de Gobernación, Diódoro Carrasco Altamirano, sobrino del empresario David Palacios García, quien hasta el mediodía del martes 25 todavía se hallaba secuestrado.
Por la noche de este día, por esto de las coincidencias, David apareció sano y salvo de regreso con los suyos, sin que se conozca con certeza que su familia y sus amigos que solidarios se habían movilizado, hayan satisfecho la petición económica de sus captores.
Era muy extraño, por no decir sospechoso, que tras el secuestro de Palacios se tuviera casi la certeza de que éste no había abandonado la ciudad, al igual que Rubén Villanueva Platas, quien aparecería igual, ileso, posteriormente.
Si son policías y ex policías ministeriales quienes chantajeando al gobierno por los hechos del 2006 operan secuestros y ejecuciones, o bien, son delincuentes provenientes de otras partes del país, esto se tendrá que verificar si de verdad se establece plena coordinación entre corporaciones federales, estatales y municipales.
Pero cualquier entendedor de estos menesteres estará de acuerdo en que los cambios no serán nunca completos si el área de procurar justicia sigue en manos de quienes al mando del ratificado procurador, Evencio Nicolás Ramírez y de gente inexperta en el combate a la delincuencia, permanecen firmes en sus puestos.
Es el cuarto cambio que todo mundo espera, para que pueda hablarse de que hay un nuevo perfil en el Gabinete de Seguridad, y el área de Justicia.
Pero –¡oh!- los diputados, incluyendo los de oposición, acaban de ratificar apenas al titular de la Procuraduría, y ahora, en lugar de demandar su salida por que muchas cosas ahí no están funcionando, lo llaman a comparecer y lo peor, que estén dispuestos a escuchar sus disculpas.
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