sábado, 21 de junio de 2008

No quieren a Concepción

Sociedad abierta
ERNESTO REYES
El arribo de la alternancia política en México hacia el año 2000, cuando Vicente Fox ganó la presidencia de la República, presuponía el cambio en las prácticas anquilosadas y antidemocráticas que en el ejercicio del gobierno y la administración pública había dejado como herencia el PRI como resultado de 70 años de haber gobernado a México.
Sin embargo, el curso de la administración foxista fue revelando que sólo cambiaron los hombres y las mujeres, más no hubo una transformación profunda en los modos de hacer política. Pese a notables excepciones, hubo más de lo mismo; tráfico de influencias, corrupción, opacidad en el manejo de recursos y designación autoritaria y unilateral de servidores públicos en todos los niveles de gobierno.
Mediante un pacto en el rancho de Fox, los gobernadores de los estados- en su mayoría del PRI- convencieron al ex presidente a nombrar de común acuerdo con ellos a los delegados federales, y así se hizo durante todo el sexenio.
Los delegados, comúnmente, eran políticos que los gobernadores colocaban al frente de las dependencias federales para que a través suyo se canalizaran recursos a municipios, comunidades y organizaciones con fines marcadamente partidistas. Muchos delegados eran sembrados como futuros candidatos a un cargo de elección popular cerrando así la pinza del control político.
Así se estiló con Fox; con Felipe Calderón, cambió esta relación porque ahora la nómina de delegados y titulares de organismos descentralizados está compuesta por militantes panistas o neopanistas.
Es el caso de quienes representan al gobierno de la República en Oaxaca. La mayoría son militantes del Partido Acción Nacional. Hay incluso varios nativos de Matías Romero, a quienes apodan “los romeritos”.
Aparentemente le quitaron al gobierno local este poder; sin embargo, la relación simbiótica que mantiene Ulises Ruiz con Felipe Calderón le ha permitido al primero colocar sus piezas empanizadas en las dependencias que tienen que ver con la política social, con el campo, con la salud y con la educación. Incluso se ha dado el lujo de cooptar por sus particulares ambiciones, al ex delegado de Sedeso, Bernardo Barragán, quien despacha ahora en la Secretaría de la Contraloría del estado. En su descargo, el panismo oaxaqueño vías sus voceros que también exudan ulisismo hasta cuando abren la boca, han dicho que al recibir el encargo Barragán dejó de ser militante de manera automática. Allá ellos si se lo creen.
Pero hay un caso que ha colmado el vaso entre representantes y dirigentes indígenas, así como de organismos y organizaciones ligadas con los pueblos indios.
Se trata de la reciente designación, por parte de Luis H. Álvarez, presidente de la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas, de la señora Concepción Rueda Gómez, como delegada en Oaxaca de la CDI, en sustitución de Armando Guzmán Alcántara, mediante un proceso vertical y de autoridad, más que de consenso con las comunidades y sus representantes.
Rueda Gómez, reconocida militante panista del Istmo de Tehuantepec le ha servido a Ulises Ruiz como encargada de la promoción de artesanías, pero se desconoce si ha tenido experiencia alguna en el trato con los pueblos, con las comunidades, como es preferible verlo en funcionarios del sector. Hasta donde se sabe, la señora Rueda, por el hecho de pertenecer a un gobierno del PRI no perdió su calidad de militante, pues apenas participó sin éxito en las elecciones internas del candidato del PAN a la presidencia municipal de Oaxaca de Juárez.
Además de las ligas que la han unido con José Murat, esta señora no parece estar enterada siquiera cuántas etnias tiene Oaxaca, como para asumir un cargo que requiere conocimiento y sensibilidad en el trato de respeto que requieren los pueblos indígenas. Sobre todo, reconociendo en don Luis H. Álvarez, éste sí un luchador por la democracia, que desde el conflicto chiapaneco se significó por un talante prudente y conciliador con los rebeldes zapatistas, a cuyo encargo como comisionado estuvo al frente en el sexenio pasado.
De don Luis se reconoce su prolongada huelga de hambre cuando en su natal Chihuahua se le impidió el reconocimiento en las elecciones a gobernador; incluso estuvo a punto de la muerte por defender sus convicciones, así como don Salvador Nava Castillo, quien encabezó como don Luis, varias caravanas por la democracia. Fueron de algún modo baluartes de la resistencia civil que el panismo “exquisito” de ahora reniega y condena en las prácticas de la oposición de izquierda.
Por esto sorprende que para manejar la política con los pueblos indígenas hayan decidido, en acuerdo con el gobierno estatal, el nombramiento de esta persona, sin haberlo consensado con el consejo consultivo de la CDI para el periodo 2007-2008 como se hace de manifiesto en un documento fechado el 13 de junio pasado.
En el escrito manifiestan que los pueblos y las comunidades se caracterizan por una cultura de la transparencia y de rendición de cuentas por lo que los indigna que el gobierno federal siga aplicando decisiones verticales mismas que violan el derecho de consulta, discriminando y minimizando su participación.
La imposición de Concepción Rueda debiera ser producto de una consulta informada respecto a las políticas, programas y acciones gubernamentales. Por tanto, propone establecer dicho nombramiento en condición de interina y “abrir un proceso de convocatoria pública con la activa participación de los consejeros en la evaluación de los candidatos que cumplan con el perfil más adecuado para la atención de nuestros pueblos.”
“En el sur no aceptamos más los yugos y la imposición”, afirman al expresar su rechazo a la permanencia de Concepción Rueda al frente de la CDI porque se hizo sin la participación de los sujetos directamente involucrados en las acciones y beneficios de un organismo que debiera respetar primero el derecho de los pueblos a decidir lo que a ellos concierne.
Esta protesta es acompañada de documentos suscritos por consejeros, representantes de organizaciones y pueblos indígenas de Oaxaca.
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