jueves, 10 de julio de 2008

¿Quién son responsables?
ERNESTO REYES
Hay varias cuestiones que es preciso comentar respecto a si ha sido pulcra y desinteresada la actuación del gobierno municipal de Oaxaca de Juárez para autorizar la obra que pretende edificar un centro comercial en la colonia Reforma, cuya consecuencia inmediata es el derribo de un centenar de árboles en el predio que perteneció a don Luis Sarmiento.
Dicho permiso, otorgado la tarde del lunes, cuando ya no son horas de oficina llevaron, pocas horas después, a que la constructora iniciara esta tarea con la natural molestia de ambientalistas y ciudadanos que vieron con impotencia cómo en seis horas acababan con decenas de años de vida animal y vegetal. Estaban contabilizados 123 árboles; quedó apenas el 20 por ciento, tal como estaba pactado previamente con la autoridad.
La “limpia” estaba programada con antelación porque para este efecto prepararon a 300 trabajadores de la construcción para penetrar en la madrugada, lo que inclina a pensar que había certeza de la fecha en que se iba a otorgar el permiso.
El escándalo que a las cuatro de la madrugada provocaba el incesante uso de motosierras, retroexcavadoras, camiones y 300 hombres, despertaron a los vecinos pero nunca llamaron la atención de la Policía Municipal.
Mucho menos en las oficinas de guardia del Municipio cuando vecinos clamaban su intervención; además, se hicieron urgentes llamados a través de la radio comercial. El silencio de la administración municipal fue evidente.
En una zona tan habitada como la Colonia Reforma es imposible que no haya trascendido el escándalo, porque estamos hablando de trabajos en 12 mil metros cuadrados, en un sitio que ya tenía visos de que había inconformidad vecinal.
Según confesión del presidente municipal, José Antonio Hernández Fraguas, el permiso otorgado estaba condicionado a que los responsables “presentaran un estudio de vialidad y otro de la Comisión Nacional del Agua, debido a que vecinos del lugar aseguran que en este sitio existe un venero de agua.”
La constructora, contratada por el centro comercial, no cumplió esta condición expuesta de manera verbal, porque ya tenía autorización ( por escrito) y ejercieron el viejo adagio de que es mejor pedir perdón que pedir permiso.
La potestad de autorizar el uso del suelo es del Municipio, por lo que, según el Ayuntamiento, “la empresa solicitante cumplió con los requisitos que marcan los reglamentos municipales.”
Entonces, un condicionamiento de buenas intenciones le dio argumentos a la empresa para limpiar el terreno porque el permiso ya lo tenía; es decir, nunca se le negó.
Además, según argumentos del munícipe, la empresa- que no el municipio- tenía en la mano una minuta que firmó con los miembros de un Comité de Vida Vecinal, encabezado por Hipólito Soriano Montes en el cual en nombre de “ la ciudadanía” acuerdan “autorizar” la construcción de ese centro comercial, “con algunos compromisos.”
¿De cuándo acá un Comvive autoriza una obra que trastocará la ecología de una zona?
Con todo esto a su favor, dijo el edil, “no podía negársele el permiso, pues los afectados podrían recurrir al amparo de la justicia federal”, que según este razonamiento, iba a perder el Ayuntamiento.
¿ Alguien tiene seguridad de que se va a perder un juicio sin conocer siquiera los argumentos y pruebas de la parte demandante?
El argumento es entonces: Como me van a ganar un juicio y voy a hacer el ridículo, entonces autorizo. ¿Quién es el responsable jurídico del Ayuntamiento que formula este absurdo?
El Ayuntamiento no dice nada del estudio de impacto ambiental que debe realizarse para la autorización respectiva.
Tampoco se explica nada del por qué tanta prisa para autorizar una gran obra si no se contaba con los estudios requeridos, tomando en cuenta que por conocimiento previo del Ayuntamiento este lugar era una reserva natural con grandes árboles, palmeras, animales y un venero de agua, que le daban argumentos a Hernández Fraguas para pensar incluso en construir ahí un parque ecológico, sólo que la propietaria se negó a vender.
Ahora, como si se estuviera siguiendo un plan preconcebido, se suspendió la obra temporalmente – luego que la propia autoridad permitiera el derribo de árboles- para dar tiempo a que la Comisión especial y la de Desarrollo Urbano, Obras Públicas, Ecología y Tenencia de la Tierra dictaminen que fue lo que ocurrió.
¿ Podrá hacer algo una comisión para revivir los árboles ?
La diferencia con las obras del zócalo en el 2005 es que aún con el abuso de la “transformación paisajística”, allá se arrancaron varios árboles con todo y raíces para trasplantarlos; acá se cortaron con motosierra para aniquilarlos. Allá hubo un estudio sobre la vida útil de las especies que, al menos, avalaron especialistas ¿ Lo hubo acá?
Afirmamos que el Ayuntamiento de Oaxaca de Juárez permitió el ecocidio porque desde las primeras horas de la mañana en que se dio la alerta- incluso desde radio Oro, sus reporteras y reporteros insistían en informar de lo que estaba pasando de manera directa-, ningún funcionario se presentó a suspender la obra; fue hacia las 9 de la mañana, cuando ya corrían cuatro horas de trabajos, cuando arribó al lugar el director de ecología municipal, un funcionario menor.
Lo que queda claro es que siendo una obra de importancia, que modificará el trazo urbano de la zona, nunca se puso a consideración del cabildo en pleno para autorizarla o rechazarla, ni se dio cuenta a la comisión y a las regidurías respectivas.
Todo se hizo a oscuras, en manos de dos o tres funcionarios y regidores, por lo que la ciudadanía tiene derecho a saber cómo fue que se otorgaron permisos, quiénes apadrinan a la empresa y quiénes son los políticos y funcionarios involucrados. Dejarlo en abuso o agandalle por parte de la empresa, es ver sólo una cara de la moneda. No sólo hacia este flanco deben voltear los vecinos y la sociedad organizada.
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