martes, 24 de junio de 2008

Martínez Soriano

Sociedad abierta
ERNESTO REYES

Este jueves, en el Instituto de Humanidades de la UABJO, tiene lugar la presentación de la segunda edición del libro del doctor Felipe Martínez Soriano, ex rector universitario y un personaje que va a quedar en la historia por los aportes que ha dejado en la lucha por la conquista de las libertades democráticas.
El libro titulado Movimiento Democrático Universitario ( 1975-1978) y Testimonios de la Cárcel, ya va en su segunda edición, y quienes acudan a sus páginas, podrán conocer directamente las vivencias del profesional de la pediatría que las tres cuartas partes de su interesante vida las ha recorrido defendiendo causas justas.
Nunca bien comprendido, sobre todo en tiempos de la lucha por la democratización de la Universidad Autónoma “Benito Juárez” de Oaxaca, el doctor Soriano ha seguido desde entonces un camino sin descanso por afirmar entre los jóvenes, sobre todo, las ansias por cambiar las condiciones de vida de ellos y sus semejantes.
Los recuerdos del doctor Soriano se centran en la difícil época en que ser estudiante y universitario era como un crimen. A él le tocó ser protagonista por una serie de circunstancias que se dieron al calor del movimiento, cuando en la cresta de la crisis de gobernabilidad que se vivía, fue electo al frente de la rectoría.
Era el 16 de octubre de 1976, después que en plena sesión del consejo universitario, el movimiento tenía en sus manos el poder de nombrar al sustituto de Manuel de Jesús Ortega Gómez, representante de la derecha, que en un titubeo había aflojado las resistencias conservadoras y aceptaba tomar protesta a quien resultara electo por mayoría simple.
Como consejero universitario suplente a quien esto redacta le tocó estar en la histórica sesión y recuerdo que no podíamos creer que por primera vez elegíamos de manera democrática a una autoridad universitaria.
Su designación había sido fruto de una postura congruente que el galeno había mantenido a lo largo de su vida; desde los tiempos del movimiento reivindicativo de médicos. Pero incluso más allá, cuando se protagonizaron en el estado cismas políticos que dieron como resultado la caída de dos gobernadores: Edmundo Sánchez Cano y Manuel Mayoral Heredia. El tercero, Manuel Zárate Aquino, fue víctima de sus asesores y de su propia necedad de no acoger las ideas nuevas que venían acuñándose en el 68 y 71 mexicanos, que repercutieron en Oaxaca a principios de los años 70 cuando empezaron a fraguarse luchas por la recuperación de tierras, y los estudiantes empezaron a vincularse con obreros y campesinos, surgiendo las primeras organizaciones sociales.
La rectoría de Martínez Soriano fue producto de todas estas circunstancias que hicieron eclosión en el movimiento que maestros estudiantes y trabajadores fraguaron con el fin de que los oaxaqueños tuviéramos una institución que diera cabida a los hijos de los necesitados y no como sucede ahora en que hay restricciones a la matrícula, obedeciendo a los dictados de organismos internacionales que prefieren acabar con las universidades públicas en beneficio de la educación privada.
Muchas de los sueños de la generación de los setenta se reflejan en el texto del casi único rector que es bien recordado y que sigue cruzando con la cara en alto por los pasillos universitarios.
El hombre que acompañado siempre de su esposa, doña Josefina Martínez, ha sufrido cárcel – estuvo seis años preso en cárceles de alta seguridad a partir de 1990- por crímenes que nunca cometió, y ha visto cómo se desintegraba su familia al sufrir el exilio de su hija al cabo de 23 años forzados.
Sin embargo, esta azarosa vida, no ha menguado sus capacidades intelectuales, aunque sí las físicas, pues recientemente fue intervenido quirúrgicamente de un mal que afortunadamente no parece tener consecuencias fatales.
Recientemente, congruente con su profesión, regresó a sus labores en la clínica urbana del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales para los Trabajadores del Estado, donde como en sus inicios, atiende a la gente humilde, a los niños.
Al frente del periódico Cantera, y en este diario, me ha tocado compartir espacios editoriales con el doctor Soriano, quien como los buenos escritores, no cambia su línea de pensamiento y acción, a pesar de que el Estado lo siga teniendo en la lista negra de “subversivos” por antonomasia, y como tal, se le vincule siempre que hay oportunidad, con grupos armados o con la gestación de movimientos de este tipo.
No ha sido tal, pues nunca se le ha comprobado nada. Lo persiguen y lo señalan por su discurso y por una ideología en la que con matices, mucha gente de ésa generación y las que le siguen, siguen creyendo.
Quieren, como el doctor Soriano, que Oaxaca sea un espacio democrático donde las ideas se puedan discutir libremente, sin asomos de militarismo o represión como a él mismo le ha tocado vivir en carne propia.
Por ello vale la pena asomarse en sus memorias.
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