sábado, 5 de julio de 2008

Sin Virginia ni Daniela

Sociedad abierta
ERNESTO REYES
No hay cosa más triste, en este primer aniversario de la desaparición de Virginia y Daniela Ortiz Ramírez, que el olvido en que permanece su caso por el delito de desaparición de persona. Y la impunidad que envuelve a los responsables de este agravio.
Aunque el doble secuestro haya recibido la condena de organismos nacionales e internacionales de derechos humanos, en la justicia oaxaqueña su investigación duerme el sueño de los justos en algún archivero de la procuraduría general de justicia. No ha habido ni eficiencia ni interés verdadero por darle una satisfacción a quienes desde diversos ámbitos han pugnado porque aparezcan vivas y vuelvan a dar alegría y vitalidad a sus hogares.
Este 5 de julio se cumple un año de la desaparición física de las hermanas Virginia y Daniela, pero antes del onomástico queda un sendero de dolor, lagrimas, desesperación y sufrimiento por partes de familiares y amigos, que desde entonces han hecho hasta la imposible por dar con su paradero sin tener éxito.
Ambas fueron raptadas cuando saliendo de su comunidad en la zona triqui, se dirigían a realizar las actividades normales en dos jóvenes que buscan la superación de la barrera de marginación y sufrimiento en que se hallan quienes por alguna razón se ven involucrados en las venganzas que escenifican tres o más organizaciones que en la zona pelean el control del territorio triqui: el MULT, el MULT independiente y la UBISORT.
En este mismo marco cayeron acribilladas, el pasado 7 de abril, Felícitas Martínez y Teresa Bautista, locutoras comunitarias de San Juan Copala, crímenes que permanecen impunes.
Para organizaciones no gubernamentales y de la sociedad civil que han juntado sus voces para exigir una actuación eficiente de las autoridades, no hay información ni preocupación gubernamental por encontrarlas, “lo que pone en evidencia la grave situación de discriminación hacia las mujeres y la invisibilidad de la violencia feminicida en el Estado de Oaxaca.”
Eran dos mujeres indígenas que trataban de vivir lo mejor posible, en un contexto de violencia política: Virginia como profesora bilingüe y Daniela como estudiante, quienes el día 4 de Julio del 2007 recogerían las cosas de la comunidad donde trabajaba Virginia, diciéndole a su familia que volverían al día siguiente. Desgraciadamente ya no regresaron a casa, alguien se las llevó y el Estado las ha olvidado.
Su mamá, Doña Antonia Ramírez puso del conocimiento de las autoridades el hecho, confiando en que de verdad éstas harían su labor. Desafortunadamente paso a paso en la búsqueda de sus hijas fueron descubriendo que ese actuar del Gobierno es sólo propaganda y que en nada bueno se ha reflejado para resolver su única petición: 'Buscar y encontrar a sus hijas'.
En cambio, lo único con lo que se toparon fue con lo mismo que muchas mujeres tropiezan al acudir a las instancias 'de procuración de justicia': violencia, discriminación, descalificación y hasta amenazas.
Al respecto, citan como ejemplo al procurador General de Justicia, Evencio Nicolás Ramírez quien las mantuvo en varias ocasiones esperándolo por horas para atenderlas, burlándose; diciéndoles que si iban a otras instancias 'les iba a aplaudir'.
Este es el rostro de la Justicia hacia las mujeres en Oaxaca, afirman. Por si esto no fuera suficiente, el 18 de enero pasado ante un medio de comunicación el funcionario afirmó que la procuraduría había concluido su trabajo' en este caso.
En una carta con motivo de esta fecha, afirman que “es una total aberración y ofensa a las familias que el Procurador, el Gobernador, la Cámara de Diputados, el IM0 entre otras instancias no hayan asumido un papel responsable de procurar la justicia y dar con el paradero de Virginia y Daniela.”
Para sus familiares directos, como Emelia, existen rumores de que pudieran estar vivas a manos de sujetos inhumanos; hay quienes dicen que las tienen una banda de delincuentes o que las tienen personas quienes se autoproponen para secuestrar, violar, emboscar, despojar y robar.
En carta dirigida a la opinión pública señala que “durante un año no las hemos visto; hemos tocado las puertas de las diferentes instituciones responsables de investigaciones. Y a pesar de nuestro sufrimiento sólo hemos recibido promesas que se convierten en mentiras.“El gobierno se hace sordo ante nuestras exigencias. Nosotras pensamosque el gobierno debe cumplir con sus obligaciones: les correspondeinvestigar exhaustivamente, hacer justicia y cuanto antes devolvernoscon vida a Daniela y Virginia. En vez de esto, sólo hemos recibidoindiferencia.“Por poner sólo un ejemplo, en la entrevista que las familiares tuvimoscon el Procurador el señor Evencio Nicolás Martínez Ramírez, expusimosla situación, y su respuesta fue: que lamentaba la situación por la que estaba pasando la familia, y que no se trataba de que ellos no quisieran trabajar, pero que todo iba muy lento porque es muy difícil entrar a la zona triqui por la presencia de los grupos políticos en la región, y que no iba a arriesgar a su gente.
En un tono de burla, agresividad y de falta de sensibilidad, nos dijo 'si quieres, puedes ir a toda la región triqui a buscar a tu familia, hasta voy a aplaudirsi vas a hacer eso'.Emelia refiere que han acudido a la Fiscalía de la Mujer a denunciar éste y otros casos de mujeres triquis violentadas, y su respuesta ha sido positiva: “Nosdicen que la situación es preocupante y que quieren contribuir a que se resuelva. Pero las respuestas del Procurador han sido totalmente negativas, no hay voluntad de estas instancias de gobierno de hacer algo por encontrar a Daniela y Virginia, ni por castigar a nadie por los otros delitos, lo que nos hace pensar que hasta obstaculiza lo que otros quieren hacer.
De hecho, según el señor Evencio, hay liberadas órdenes de aprehensión contra presuntos culpables de delitos de violación y lesiones de mujeres triquis que pueden estar relacionados con los casos de las desaparecidas, pero al momento, ninguna de éstas se ha ejecutado, lo que significa una “eficiente protección a laimpunidad.”
A lo largo de un año, se han acercado a la Comisión Nacional de Derechos Humanos, pero las recomendaciones de nivel federal no las ha atendido el gobierno del estado.
Junto con Ong’s se han entrevistado con diputados en la ciudad de México, a quienes se les planteó el caso a la comisión de Equidad de género. Estacomisión trabajó y finalmente se emitió un exhorto al titular de laSecretaría de Gobernación para que emitiera la declaratoria de Alertade Violencia de Género para la región Triqui del estado de Oaxaca.
También senadores oaxaqueños han promovido puntos de acuerdo para que se agilicen las indagatorias, y nada: no hay algún avance: no hay ningún informe a la cámara de diputados ni a la Cámara Alta; no hay en suma acciones para evitar la violencia en la región triqui y “nuestros familiares siguen lejos de nosotros, no sabemos en qué condiciones, y cada vez más perdemos la esperanza en que las instituciones gubernamentales hagan algo por encontrarlas.
El olvido en que permanece el caso de Virginia y Daniela es una herida abierta que hay que curar, concluye Emelia. Nosotros estamos de acuerdo en que las jóvenes triquis deben aparecer, porque aún con todas las evidencias que hacen sospechar lo peor, creemos que están vivas.
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