miércoles, 24 de diciembre de 2008

Navidades

Sociedad abierta

ERNESTO REYES
De pronto, casi sin sentirlo, ya estamos en navidades, con el dulce olor a tradición y celebraciones, muy modestas en su mayoría, pues acaso para esto nos deja el nubarrón negro de la crisis que ya asoma.
Este 23 de diciembre, que en otros años ya no lo disfrutaba en esta capital debido a mi viaje anual a la Cuenca del Papaloapan, para pasar la Navidad con mi madre, doña María Martínez, me coge resfriado y en cama; sin embargo, recojo el optimismo del suelo, porque no todos mis seres queridos están cerca y debo cumplir con mi trabajo. Es imposible también pretender que estemos todos juntos porque la vida lleva a cada quien por rumbos distintos. De cualquier modo, va hacia todos (as) un saludo y abrazo fraternal, donde quiera que se encuentren.
Aún con todo cada época, como el invierno que también nos alcanzó, tiene su estilo y su música; sus diversas formas de transitarla lo mejor posible. Y es lo que tratamos de hacer los oaxaqueños, olvidándonos por momentos de “la crisis con dimensiones globales”, como dicen los expertos, para vivir la intensidad de las tradiciones, de lo poco que nos queda entre lo religioso y pagano.
Terminan las Posadas y ya estamos en la Navidad, una fiesta entrañable del calendario cristiano. Aunque no todas las festividades y ritos navideños celebran el nacimiento de Jesús, muchas de ellas están relacionadas con el fin de las festividades del solsticio de invierno, acontecimiento celebrado por todas las religiones de la antigüedad.
Persisten discusiones dominadas por la religión por un lado y la ciencia por el otro, que ponen en duda la fecha exacta del nacimiento de Jesucristo.
Desde que el monje Dionisio el Exiguo fechó el alumbramiento en Belén de Judea, el 25 de diciembre del año 753 desde la fundación de Roma – pues así se medía el tiempo entonces- y al comienzo de este año lo denominó como “año 1, a. D. ( siglas del Año del Señor ), mucha literatura se ha invertido para evidenciar las contradicciones de épocas entre los Evangelios de San Mateo y San Lucas; de la existencia de los llamados Reyes Magos y la estrella que supuestamente seguían. Hay hipótesis que afirman que la Estrella de Belén era un cometa, el Halley, observado durante el reinado de Herodes el Grande, en el año 11 a.c.
El científico Isaac Asimov ubica el nacimiento de Jesucristo de Nazareth, entre los años 8 y 4 antes del año 1 instituido por Dionisio el Exiguo. Sin embargo, nadie ha hecho un ajuste al calendario cristiano, porque no hay todavía una conclusión infalible.
Aún con todo, esta noche mucha gente se reúne en la Misa de gallo, llamada así por la leyenda sobre el ave que encaramada en lo alto del pesebre presenció el nacimiento. En las culturas paganas, el gallo era símbolo de fecundidad y renacimiento, anunciador del nacimiento del sol con su cacareo. Los romanos celebraban la saturnalia, fiesta en honor a Saturno, denominada del Sol invencible.
La tradición señala a San Francisco de Asís como el primero que recreó la escena del nacimiento de Jesús en 1223, en la villa italiana de Greccio. La cena era otra costumbre de las navidades medievales en la lucha contra la hambruna, sirviéndose un banquete para toda la comunidad que contenía guisos, entre los que destacaban gansos y el jabalí.
De igual forma, el árbol de Navidad es costumbre germana antiquísima, con la intención de propiciar el retorno de las plantas y la victoria de la luz sobre las tinieblas. Los adornaban con objetos brillantes y velas. Pero sería el obispo mártir San Bonifacio quien la instituyó en Alemania, popularizándose después en América del Norte e Inglaterra.
Esta costumbre la trajo a México, Maximiliano ( 1846-1867), pero después de su fusilamiento, la costumbre se apagó; sería hasta 1878, cuando Miguel Negrete- rival de Porfirio Diaz- adornó en la ciudad de México un árbol espectacular, que la gente acomodada empezó a imitar. Pero el adorno tomó fuerza en los años cincuenta del siglo pasado con la popularización comercial provocada por la radio y la televisión que empezaron a tomar auge.
En Oaxaca, nuestra tradición más original es la Noche de Rábanos, que ya lleva un siglo, preludio de la Noche Buena, que se espera así sea en todos los hogares.
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