Reforma inminente

Sociedad abierta

ERNESTO REYES
De lo que vaya a suceder esta semana en el Senado en torno a la reforma a Pemex que al parecer entra en su etapa definitiva, va a depender la estabilidad del país en torno a un tema que desde que se planteó a principios de año provocó una fuerte polarización entre dos grandes sectores que nuevamente van a medir fuerzas.
Por un lado, el gobierno de Calderón cada vez más menguado por sus crisis internas ya que no ha enfrentado con eficacia el tema de la seguridad ni el de la violencia, y está pasmado en torno a las medidas que debe tomar para enfrentar la crisis económica derivada de la crisis financiera en Estados Unidos.
Y aún con la pérdida de confianza que se expresa en la baja de su popularidad según encuestas recientes, Calderón pretende en alianza con el PRI y otros partidos, aprobar esta misma semana en comisiones los proyectos de dictámenes, que según filtraciones previas, insisten en privatizar varias actividades de la paraestatal.
Es decir, como dice el adagio: “vuelve la burra al trigo”, buscando acuerdos en corto con legisladores sin importar los debates que ganaron especialistas y técnicos en el sentido de oponerse a cualquier forma de privatización de un recurso que es de la nación mexicana.
Por el otro lado, hay fuerzas nacionalistas que aglutinadas en el Frente Amplio Progresista ( con diputados y senadores de los partidos PRD, PT y Convergencia), en el llamado Movimiento Nacional por la Defensa del Petróleo y en un sinnúmero de organizaciones sociales y civiles, que se oponen terminantemente a que se hipoteque el futuro de los mexicanos otorgando en bandeja de plata a empresas mexicanas y extranjeras el recurso que tanto nos ha costado preservarlo.
Por la información que ha trascendido, este martes 14 pudiera darse la primera lectura a la Reforma en el pleno del Senado y se podría dejar la segunda lectura y votación para dentro de ocho días; es decir, para el martes 21 con la intención de que se turne a la Cámara de Diputados y ahí dictaminarla y votarla también.
No está dicho todo, sin embargo, porque aún y cuando las bancadas panistas y priistas estén prácticamente acuarteladas por si en cualquier momento se produce la votación, dependerá que en las comisiones de Energía y Estudios Legislativos hayan avanzado en los acuerdos, pero tomando en cuenta la postura de representantes del PRD, PT y Convergencia.
El presidente del Senado, Gustavo Madero, se mantiene confiado en que se procesen acuerdos y consensos que eviten las tomas de tribuna u otras acciones de la oposición, pero insiste en la propuesta original con muy pocas modificaciones presentadas por sus aliados del PRI.
Se infiere que la discusión final de la reforma a Pemex se dará a partir de siete dictámenes, en los que por ahora se desiste de la maquila en refinación, transportación y almacenamiento. Se incluye un capítulo de “modalidades especiales de contratación” en las que se admite la inversión privada en exploración, así como los contratos incentivados en los que está prohibido el pago con renta petrolera.
Persiste la posibilidad de la excepción en la licitación mediante las figuras de concurso restringido y adjudicación directa en casos delimitados, relativos a contingencias, cuestiones ambientales e innovación, como se planteó originalmente en la iniciativa del Ejecutivo federal, aunque se definen restricciones para ello.
Por ser reforma legal, el gobierno necesita de sólo 65 votos de los 128 senadores en el pleno. Esto le da confianza, porque el PAN tiene 52 senadores, el PRI 33, el PRD 26, el PVEM 6, Convergencia 5, el PT 5 y Nueva Alianza 1. Por este lado, la oposición está en minoría.
La lucha entonces se dará en la calle y en imaginativas protestas que ya organizan quienes tratan de detener el proceso de privatización, a través de las brigadas de resistencia que están en alerta máxima para manifestarse pacíficamente, como se hizo en la primavera pasada.
La única esperanza para que la lucha no se recrudezca, es que se tomen en cuenta cinco dictámenes que ya tienen elaborados los integrantes de las comisiones unidas de Energía y Estudios Legislativos, que rechazan tajantemente la privatización de la paraestatal. Los tiempos se acortan y es la hora de las definiciones.
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